10 disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (Primera Parte)

Por Irreductible, el 29 diciembre, 2010. Categoría(s): actualidad • articulo opinion • internet • politica

Habrá algunos que estén cansados de oir hablar de la Ley Sinde. Yo no soy uno de ellos. Es más, para convencer a quien crea que se está hablando demasiado diré que lo que está ocurriendo en estos meses me parece, simple y llanamente, fascinante.

Según lo veáis podréis sentiros de una manera u otra. Cada uno es víctima o afortunado testigo del tiempo que le ha tocado vivir, y mi visión personal es que estamos asistiendo a algo insólito y apasionante: Directores de cine debatiendo abiertamente en twitter, partidos informando sobre sus decisiones por teléfono a los ciudadanos, políticos uniéndose a la discusión y cambiando su voto a marchas forzadas, filtraciones de documentos que desenmascaran leyes…

Ataques y contrataques, subvenciones, presiones e influencias, creadores, creadores creative commons, intermediarios, gestores, usuarios, medios de comunicación, Blogs, Twitter, Wikileaks, enlaces, ataques, beneficiados y perjudicados, Ministras y Contraministros, trampas y artilugios, verdades, demagogias, mentiras, mentiras muy gordas y tonterías sin sentido.

Información, incluso exceso de información si queréis, que nos abre todo un abanico de opiniones y datos sobre un tema que se está desarrollando delante de nuestras narices. Una actualidad que está viva, que cambia día a día, que reacciona y da vuelcos, giros inexperados con cada manifestación, filtración o argumento.

Muchos de los problemas, ventajas, adelantos y atrasos que nos plantea el futuro de internet se están desarrollando en este mismo instante ante nosotros, mientras vemos, comentamos, debatimos y quién sabe si incluso influimos en la evolución de los acontecimientos.

Cómo enfrentarse a esta sobreinformación, cómo discriminar la información útil de la supérflua, cómo diferenciar entre verdades como puños, medias verdades y mentiras, quiénes son las partes, quiénes los jueces… un cóctel agitado que nos está mezclando a todos, porque en estos dos temas, tanto en internet como en la cultura, todos somos parte interesada y perjudicada.

Este será, con diferencia, el artículo más extenso de cuantos he escrito en los tres años y medio de vida del blog la Aldea Irreductible. Lo que está en juego: Internet y cultura, no puede estar más ligado al objetivo con el que lo abrí un aburrido agosto de 2007.

Si algo he aprendido durante este tiempo es que uno puede escribir de lo que quiera, de cualquier tema, de cualquier manera y forma, incluso y aunque la atención de un lector medio en internet está muy limitada, he aprendido que uno puede extenderse párrafos y párrafos o simplemente postear una foto y una breve frase, pero que hay algo que uno puede hacer: aburrir al personal. Asi pues, aunque de primeras os aviso que será un post extenso, también y con la experiencia que he ido cogiendo durante estos 1.600 artículos en tres años, os recomiendo que le dediquéis unos minutos de vuestro tiempo porque intentaré hacerlo sencillo, ameno, digerible y hasta divertido.

Para quien se anime a conocer la humilde opinión de la Aldea Irreductible sobre estos tumutuosos pero apasionantes tiempos que estamos viviendo en el mundo de internet y la cultura, aquí les dejo mis 10 Disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet.

PROLOGO

En la primavera de 2009 y, como en los chistes, tuvimos dos noticias: una buena y una mala. La buena, que el pésimo responsable de cultura, Cesar Molina, era cesado en sus funciones en la profunda remodelación de gobierno del 07 de Abril. Por fin, los de @MolinaPirate, respiraban aliviados por unos segundos. La mala es que Ángeles González-Sinde sería su sustituta a cargo del Ministerio de Cultura.

Una de las prioridades que el gobierno se había marcado (aunque ahora podemos afirmar, gracias a wikileaks, que en realidad se la habían marcado desde fuera) era la lucha contra la mal llamada piratería. El nombramiento de la hasta entonces, Presidenta de la Academia de Cine, una de las más acérrimas defensoras de la SGAE, representaba ya entonces «todo un zas en la boca de los internautas«.

Era, y sigue siendo, impresentable poner al frente de uno de los Ministerios más relacionados con internet a alguien que jamás ha entendido nada de la red, de las nuevas tecnologías ni de la importancia que supone para el futuro desarrollarlas al máximo posible.

Su nombramiento como Ministra se produjo el día 07 de abril y, tres días después, el día 10 de abril, ya soltaba estas estúpidas declaraciones, en un adelanto de lo que su conocimiento del medio podía dar de sí.

Desde aquel lejano día de primavera hasta hoy, apenas ha cambiado nada, salvo comprobar que el suave descenso por la pendiente por la que esta señora ha encaminado la cultura en España está tocando a su fin. En el camino, repleto de declaraciones sin sentido y meteduras de pata, hemos descubierto cosas y nos han filtrado otras.

TÍTULO I – CUESTIONES PRELIMINARES

1. Salva a la cheerleader y salvarás el mundo, o cómo levantar España con la técnica del ladrillo en la cabeza.

Para intentar solucionar un problema hay que tener bien claro cuál es. Parece evidente, pero me voy a arriesgar a remarcar este punto: Para solventar un problema lo primero que hay que hacer es identificarlo.

Limpiar de ruido, apartar las interferencias, alejarse de los árboles que nos impiden ver el bosque y volver a acercarse para detectar los detalles.

La cultura se está muriendo. El cine, la música, los libros se mueren, los artistas desaparecen.

¿Internet está matando la cultura? ¿Las descargas y los enlaces a estas descargas están matando el cine, la música o los libros? ¿Está desapareciendo la cultura por culpa de las descargas? Acaso, ¿Hay menos cultura ahora que antes?

Para responder a estas cuestiones podría poneros cien gráficas, estadísticas y datos oficiales de publicación, edición y estrenos que desmienten totalmente estas afirmaciones. Podría mostraros estudios, enlaces, artículos y comparativas que afirman todo lo contrario.

Pero me he prometido hacer este post ameno y no voy a llenarlo de números, ni gráficas que de todos modos ya sabemos que indican un aumento de la creación artística en todos los campos.

Hoy hay más música, más libros, más estrenos de películas y más cultura que en ningún momento de la Historia. Es más, la difusión y el acceso a esta cultura vive hoy más esplendor que en cualquier día del pasado.

¿El florecer de los antiguos griegos?, ¿Los gloriosos tiempos de la Biblioteca de Alejandría?, ¿La imperial Roma?, ¿El Renacimiento?, ¿Los siglos de oro españoles?, ¿La revolución industrial?, ¿El siglo de las luces?… Nunca, jamás, ni juntándolos todos ellos, podrían acercarse siquiera a lo que un chaval de hoy en día puede encontrar con 10 minutos de búsqueda en google.

Tenemos dos cosas que deslumbran, y de las que debemos estar orgullosos: Tenemos más cultura y más facilidad de acceder a ella. Dos elementos por los que Leonardo da Vinci, Albert Einstein, Plinio el Viejo o nuestro mismísimo Miguel de Cervantes se dejarían arrancar un brazo. Bueno, quizá Cervantes no.

Es más, cualquiera de los genios de la Historia, cualquiera de ellos, después de diez minutos viviendo en nuestro tiempo, le escupiría a la cara a quien tuviera la desfachatez de decir que este invento llamado internet es culpable de matar la cultura o su difusión.

¿El problema de la cultura es que se muere?… Es muy difícil encontrar una MENTIRA tan gorda hoy en día. Tened por seguro que si alguien dice esto, sólo lo hace por una razón. Una única razón: Mantener su millonario estilo de vida rockstar.

Sólo entrando en Jamendo, una web que conozco bien ya que para editar el Podcast de la Aldea Irreductible paso horas buceando por ella, puedes encontrar más de 20.000 albums de música de todo tipo, gratuitos y que puedes descargar en sólo unos segundos.

Hoy, 279,952 canciones gratuitas y listas para descargar. Mañana habrá más. Algo que jamás hubieran imaginado Mozart, Beethoven o Bach.

Decir que la cultura se está muriendo es algo tan rematadamente falso que lo primero que debemos hacer es parar este rumor. Detener esta falacia a toda costa.

¿Como impedir que sigan difundiendo esta gran mentira?

Recordemos el título de esta Disposición adicional número 1: «Salva la cheerleader y salvarás el mundo, o cómo levantar España con la técnica del ladrillo en la cabeza»

Parece que la crisis en nuestro país está atacando principalmente duramente dos sectores que antes lucían boyantes y lujosos. El sector de la construcción y la llamada «industria» de la cultura.

La burbuja inmobiliaria, la caída estrepitosa de ventas que está sufriendo la vivienda en España está dejando millones de ladrillos desperdiciados después de lo que llamaron «el boom del ladrillo». Sería necesario buscarles un uso alternativo.

La idea es sencilla: Cada vez que alguien pronuncie una frase similar a esta: «La cultura se está muriendo por culpa de internet», cogemos uno de esos ladrillos y se lo lanzamos a la cabeza…

Con esta táctica, además de ayudar a desterrar una falacia sobre la cultura, volveremos a relanzar la economía del sector del ladrillo, reutilizando sus elementos parados, y salvando de paso la maltrecha situación de España.

Dos pájaros de un tiro. Salvemos el ladrillo, salvemos la cultura, levantemos España.

2. ¿Qué es cultura? dices mientras clavas tu pupila azul o la técnica de dar de comer a un niño diciéndole «mira el avioncito».

Supongamos que la técnica del ladrillo en la cabeza representara un impedimento moral para una gran mayoría de tranquilos españoles pacifistas o un esfuerzo demasiado elevado para otra gran proporción de ellos altamente acostumbrados a las estulticias.

Bien, entonces parece lógico intentar atraer la atención sobre otros puntos menos agresivos que nos indiquen de manera real la situación de la cultura en nuestros tiempos.

Comencemos pues por definir ¿Qué es cultura?

Ya que se está extendiendo la mentira de que se está muriendo, o lo que es peor, la falacia de que alguien o algo la está matando, sería conveniente identificar a la víctima. Cualquiera que haya visto la serie CSI sabe que es primordial.

A este respecto escribí un artículo titulado «Quiero agradecer este Goya a…» que, a día de hoy sigue teniendo vigencia, y que ya se ha convertido en uno de los post más visitados de la Aldea Irreductible con más de 300.000 visitas desde el 8 de Febrero de 2008. Puesto que os estáis molestando en seguir este extenso artículo, os recomendaría que lo leyeráis en tan sólo unos minutos.

Cultura, un concepto tan amplio que es increíble que hayamos caído en la trampa.

Pintura, escultura, literatura, arte, historia, museos, puentes, iglesias, retablos, teatros, bibliotecas, música, ciencia, conocimiento, monumentos, idiomas, tecnología, tradiciones, moda… Cultura, la idea es tan inmensa que abarca desde la delicada manera en que mi abuela cruzaba los bolillos tejiendo en un pequeño pueblo de la llanura manchega hasta el artista de quince años que decora una desvencijada pared de ciudad con sus sprays de colores.

Cultura, madre mía, es el mundo entero. Un universo humano, material e inmaterial, creado y transmitido a lo largo de miles de años por la aportación, día tras día, de todas las personas que han pisado algún rincón de este planeta.

Cultura, paremos un poco. Abramos la panorámica.

Pensad en la historia, en sus creadores y en sus difusores, en la inventiva del creativo que levantó una sóla piedra de Stonehenge, en el olvidado arquitecto que nos legó los acueductos romanos, en los retazos al óleo de un desarrapado bohemio en un cuartucho alquilado en el Paris decimonónico, pensad en el antiguo y noble arte del luthier de guitarras en la Cuesta Gomérez de Granada, en los Principia Matematica de Newton, en los diálogos de Platón con sus discípulos, en la gorra de lado y los pantalones a medio caer de un rapero del sevillano barrio de Los Pajaritos, en esa capilla romanica de tu pueblo que se está cayendo a pedazos olvidada en lejano cerro, en la extraordinaria manera de silbar de los antiguos pastores gomeros…

La vista se debería perder intentando atisbar el horizonte de esa palabra.

Y sin embargo, ¿por qué cojones cuando alguien pronuncia la palabra Cultura, siempre te viene a la mente la imagen de algún insulso intérprete de canción ligera que pisó los escenarios de Operación Triunfo?

¿Por qué cuando en estos días alguien habla de cultura pensamos en algún pobre cantante o actor de cine español exiliado por razones fiscales en Hollywood? ¿Por qué se nos embota el cerebro con imágenes de artistas de medio pelo venidos a menos? ¿Por qué cuando alguien dice que la cultura está desapareciendo no reaccionamos y le contestamos: «muchacho, tu eres gilipollas»?

Si la expeditiva técnica del ladrillo en la cabeza aún no os convence como respuesta a estas cuestiones, probemos aquí con esta nueva estrategia: Instalación y activación de una alarma en el cerebro.

No es complicado en estos días de tecnología puntera. Váis a un cirujano, le explicáis la situación y se lo pedis: Doctor, ábrame el cráneo y colóqueme una alarma que se encienda y me avise cuando alguien vuelva a hablar de la muerte de la cultura… Una vez instalada y en funcionamiento, una luz roja se activará y podréis detectar esta gilipollez en el mismo instante en que alguien la pronuncie… ahora tan sólo os faltaría buscar el ladrillo más cercano…

Nos lo hemos tragado. Yo tengo mis tácticas y ellos las suyas. Han tratado a la gente como a críos y han ganado. Sacaron su avioncito, lo agitaron al viento y nosotros hemos abierto la boca para engullir toda la cuchara.

Nos han convencido de que no hay otra cultura. Hemos posado toda nuestra atención en su avioncito y después de un tiempo mirando su hipnótico vuelo ya tenemos la barriga llena.

Han conseguido que identifiquemos cultura con ellos. Una labor que parecía imposible, apabullantemente imposible si tenemos en cuenta el concepto de esa palabra. Pues lo han logrado, la gente oye hablar de «Cultura» y al instante piensa en los actores y artistas reivindicando las ganancias perdidas por sus derechos de autor, al momento aparecen los titulares «La Cultura se moviliza contra las descargas», enseguida salen los periodistas afines proclamando «Estan matando la cultura», el apocalipsis maya vociferado por doquier…

Es posible que la estén matando ellos al erigirse como sus únicos valedores y representantes.

Recordad las palabras del actor sincero que inventé para el post de «Quiero agradecer este Goya a…»

Tenemos que seguir luchando para que la gente, cuando oiga la palabra Cultura piense en nuestro chiringuito… Es un objetivo que sólo se consigue poco a poco… día a día… y en estos momentos de crisis, tenemos que dejar claro que Nosotros somos la Cultura… Toda la Cultura.

Son momentos difíciles y tenemos que conseguir toda la atención y dinero posibles… Hay mucha competencia y tenemos que lograr que cuando alguien diga la palabra Cultura piense en nuestras películas y no en un Museo o en un Monumento… cuando alguien pronuncie la palabra música española, se piense en los cantantes de operación triunfo y no en Granados, Falla o Torroba…

Es un trabajo laborioso pero lo estamos consiguiendo poco a poco… todos juntos haremos que la cara de la Cultura sea la nuestra… la única cara que puede haber.

Es el nuevo «Niño, mira el avioncito y abre la boca».

3. El increíble caso del mayordomo que era asesino y víctima a la vez o la táctica del «algo se muere en el alma».

Llegados a este punto, alguno de vosotros estará preguntándose… Vale, irreductible, pero entonces… ¿por qué se quejan?. Como cantaban las célebres sevillanas, algo se les está muriendo en el alma ¿qué es?.

Pues está claro: Se muere el way of living que habían llevado hasta ahora. Los millones de cds, cassettes, vinilos, dvds y soportes físicos sobre los que habían construido toda una cadena alimenticia se está derrumbando como un castillo de naipes.

Al igual que el escribano medieval lentamente dejó de tener sentido con la aparición de la nueva tecnología de Guttenberg, hoy en día también hay sectores que se están apagando y otros que ya han muerto pero no se han dado cuenta. Actualmente el negocio que antes llenaba bolsillos y permitía llevar a algunas estrellas vivir como faraones ya no es sostenible. Lo saben, se quejan, pero no parece que tengan intenciones de cambiarlo… allá ellos.

Si alguien, a estas alturas, aún se pregunta qué se está muriendo en realidad, la respuesta la tiene delante de sus narices: el chollo, amigo. El negocio de vender copias en formatos que nadie compra.

Los tiempos cambian y, con ellos se están transformando los formatos y soportes. Querer vender un texto como se hacía hace siglos, liado en un rollo de papiro amarillento, no es precisamente un modelo de negocio con mucho futuro.

Como podréis imaginar los que anuncian ese fin del mundo cultural, esa muerte de la cultura, son los mismos que siguen empeñados en vender productos en formatos que nadie quiere.

Siendo precisos diremos que, en realidad, lo que se está muriendo es una determinada forma de hacer negocio vendiendo productos a unos precios y de una manera que cada vez tiene menos demanda. En pocas palabras: mala visión de futuro y pocas ganas de adaptase a él.

El proceso de creación tan sólo necesita 3 elementos: Un creativo, una idea y un receptor. El problema es que desde hace mucho tiempo, alrededor de esa idea ha surgido toda una cadena de intermediarios que han convertido la idea en negocio y una determinada manera de creación en producto. Una larga cadena de hombres con corbata que ha tomado las riendas de la difusión de la cultura y ha convertido una pequeña parte de ésta en un negocio que hasta ahora era rentable.

Hasta ahora, claro.

Os presento en un dibujito muy mono estos 3 ingredientes necesarios. Tres y sólo tres. No hay más.

Para que exista eso que llamamos «cultura» como vemos son necesarios dos procesos y tres elementos. Un autor con una idea y un público que la reciba. No hay más. En serio, no hay más. Un escritor que una algunas palabras de forma coherente y original, y un lector. Un guitarrista que componga cuatro acordes y un oyente. Un pintor que esboza algunos colores y un espectador que los observe.

Sólo dos procesos entran en juego. Proceso de creación y difusión de lo creado. Realizar una obra y transmitirla. Tampoco busquéis mucho más aquí, sólo hay eso.

Evidentemente, el autor, escritor, músico y pintor quiere ganar dinero con lo creado. Es lógico y comprensible. Así pues convierte esa en producto y le pone un precio. No toda la cultura es un producto destinado a ser vendido y por supuesto, no toda la cultura tiene un precio.

En el caso que tratamos, nos encontramos con un autor que decide ponerle un precio a su obra para ganarse la vida. Perfectamente entendible y digno de cualquiera que haya dedicado un esfuerzo a crear cualquier cosa.

Una vez que el creador ha decidido vender su obra, la convierte en producto a la venta y por tanto, es aquí dónde surgen como champiñones los intermediarios que se hacen cargo del proceso de difusión y distribución de la obra.

Managers, productores, editores, distribuidores, transportistas, empaquetadores, serigrafistas, imprentas, estudios de grabación, salas de exhibición, puntos de venta y grandes almacenes, y otras tantas docenas de pequeños intermediarios que tradicionalmente han estado ocupándose del segundo proceso.

Y por supuesto añadir un ingente número de abogados y sociedades gestoras de esa difusión. Sociedades encargadas de gestionar ese negocio de creación. Aquí os dejo un puñado: SGAE, CEDRO, DAMA, AISGE, AIE, EGEDA, AGEDI, VEGAP…

Pero mira por dónde, el progreso, la modernidad, los avances tecnológicos nos han traído una nueva imprenta. Un nuevo salto tecnológico que ha cambiado el escenario que hasta ahora poblaban esos intermediarios.

Una herramienta que posibilita la difusión de una obra sin necesidad de toda esa pléyade de intermediarios y que pone al autor y su obra frente a su público con tan sólo un click.

Aterrador para algunos, fascinante para otros.

Si os fijáis en mis tres preciosos gráficos la Cultura NO se ve afectada por esta nueva herramienta. En el nuevo escenario, al igual que antiguamente, siguen presentes los tres elementos necesarios para su creación y para su difusión:

– Sigue habiendo autores. Hoy más que nunca, puesto que además, las nuevas tecnologías permiten que a casi cualquier persona convertirse en autor de sus propias obras.

– Sigue habiendo obras. Hoy más que nunca. Hay más libros, más música, más obras y más expresiones artísticas que en ningún momento de nuestra historia.

– Sigue habiendo público. Hoy más que nunca. La demanda de cultura es infinitamente mayor a la que hubo en cualquier época pasada.
¿Qué ha cambiado entonces?

La manera de hacer llegar la obra al publico, esto es, la forma de difusión y distribución de la obra creativa, y por tanto el modelo de negocio en el que estaba basado. La gran franja de colorines que antes cobijaba cientos de intermediarios está siendo sustituida por una nueva tecología que es más rápida, más barata y si os fijáis en el gráfico, es más estrecha… Lo siento pero en la teta de la cultura ya no hay espacio para alimentar tantas bocas.

Como los buenos detectives en las novelas de Agatha Christie, ya hemos identificado a la víctima: El modelo obsoleto de transmisión y negocio a través de intermediarios.

Busquemos ahora al asesino.

Hasta aquí, y aunque los acontecimientos que vendrán a continuación nos pueden deparar algunas sorpresas, en nuestra particular novela ya tenemos claros algunos hechos. Hagamos recuento de ellos.

La cultura no se muere. El día de hoy debería entrar en el Libro Record de los Guinness puesto que es el día en el que existe más cantidad de expresiones culturales de la Historia. Un dato al que hay que sumar que, además, son más accesibles al público que nunca. También es cierto que sería una tontería escribir esta fecha en el Libro Guinness ya que es un record efímero que mañana se volverá a batir, y pasado, y el otro…

Quienes afirman esto (y sin considerar por el momento aplicarles la táctica del ladrillo) sólo lo hacen porque están dejando de ganar dinero con el modelo de negocio que hasta ahora les había sustentado.

Junto con estas afirmaciones, desde luego, también surgen preguntas.

¿Es internet culpable de la desaparición de su modelo de negocio?

Sí. Sin ninguna duda. Internet está cambiando (de hecho ya ha cambiado) la manera en que hasta ahora se desarrollaba su negocio. Internet está sustituyendo y reduciendo drásticamente el número de intermediarios que existía en la cadena de transmisión de una creación cultural.

Al igual que la llegada del automóvil trajo la inevitable desaparición del modelo de negocio basado en las herraduras de caballo, una nueva tecnología ha irrumpido con fuerza en los últimos años (ya décadas) e inevitablemente se están produciendo cambios con sus ventajas y sus inconvenientes.

Así es la vida. Adáptate o te comerán.

¿Es internet la única culpable de la desaparición de su modelo de negocio?

No. Existen muchos otros factores que están influyendo en el lento pero inexorable final de toda una cadena de intermediarios que han tomado y siguen tomando decisiones erróneas, evidenciando una falta de adaptación e imaginación impropia de un sector que se llama así mismo “creativo”.

Incoherencias.
Una industria que se denomina así misma creativa, en la que se encuentran los adalides de la creación, la originalidad y la cultura, no ha aportado aún ninguna idea propia para explotar las nuevas tecnologías. Todavía estamos esperando.

Incoherencias.
Acusan a las páginas de enlaces de «ganar millones y forrarse» a su costa, pero no entran en la red para hacer lo mismo. Tienen el producto, los derechos sobre la obra, tienen infraestructuras e influencia política. La industria lo tiene todo pero no quiere adecuarse a las nuevas tecnologías. Se queda al margen de internet y llora lo que otros ganan, pero no se animan a «ganar millones y forrarse» ellos mismos.

Incoherencias.
Vociferan que la «Cultura se muere» y sin embargo, en realidad la ínfima parte de la cultura sobre la que tienen derechos es la verdadera perjudicada. Miles y miles de libros, películas y discos están descatalogados y es imposible encontrarlos, acceder a ellos o comprarlos. Simplemente, ya no están a disposición del público. Una colección de obras que ya es invisible, descatalogadas se pudren con el paso de los años sin dar beneficio a ninguna de las partes. Ni a los propietarios de sus derechos porque no las explotan, ni al público interesado que no las encuentra en ninguna librería, tienda de discos o videoclub.

El modelo de negocio es la víctima y sus gestores con su falta de adaptación, su cortas miras y visión de futuro e incoherencias se están convirtiendo en sus propios ejecutores. Ni la más enrevesada trama de una novela de Conan Doyle lo hubiera imaginado: El increíble caso del mayordomo que era víctima y asesino a la vez.

Continuará…

10 Disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (1ªParte)

10 Disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (2ªParte)

10 Disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (3ªParte)

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