Aniversario de las dos culturas de C.P. Snow

Por Irreductible, el 7 mayo, 2010. Categoría(s): articulo opinion • ciencia • libros • personajes

No recuerdo cuando leí el libro de Charles Percy Snow sobre su conferencia «Las dos culturas«. Debió ser en mis tiempos de instituto, cuando ya por entonces me encontraba estudiando letras mixtas, en un intento inconsciente de quitarle la razón al químico británico. Sin embargo, hoy 07 de mayo se cumplen 51 años desde que Snow diera su célebre Conferencia en Cambridge, y aquellas palabras siguen teniendo plena vigencia.

Aquella conferencia levantó ampollas, creó polémica y soliviantó los ánimos de ambas partes implicadas, por una sola razón: Fue, y sigue siendo, dolorosamente cierta.

Y la diferenciación seguirá ahí durante otros tantos años porque no hay muchos intentos de aunar esos dos mundos, esas dos culturas que aún seguimos llamando ciencias y letras. Porque aún parece que haya que tomar partido por alguna de ellas, excluyendo la otra… ya sabéis, eso de «yo es que soy de letras»… bueno, y yo me pregunto: ¿Y qué?

Decía C.P.Snow en aquella tarde de mayo:

«Son muchos los días que he pasado con científicos las horas de trabajo para salir luego de noche a reunirme con colegas literatos. Y, viviendo entre dichos grupos, se me fue planteando el problema que desde mucho antes de confiarlo al papel había bautizado en mi fuero interno con el nombre de «las dos culturas».

Son dos grupos polarmente antitéticos: los intelectuales literarios en un polo, y en el otro los científicos. Entre ambos polos, un abismo de incomprensión mutua; algunas veces (especialmente entre los jóvenes) hostilidad y desagrado, pero más que nada falta de entendimiento recíproco.

Los científicos creen que los intelectuales literarios carecen por completo de visión anticipadora, que viven singularmente desentendidos de sus hermanos los hombres, que son en un profundo sentido anti-intelectuales, anhelosos de reducir tanto el arte como el pensamiento al momento existencial.

Cuando los no científicos oyen hablar de científicos que no han leído nunca una obra importante de la literatura, sueltan una risita entre burlona y compasiva. Los desestiman como especialistas ignorantes. Una o dos veces me he visto provocado y he preguntado [a los no científicos] cuántos de ellos eran capaces de enunciar el Segundo Principio de la Termodinámica. La respuesta fue glacial; fue también negativa. Y sin embargo lo que les estaba preguntado sería más o menos el equivalente científico de «¿Ha leído usted alguna obra de Shakespeare?»

Dos mundos separados, que a veces casi parecen dos universos paralelos. C.P.Snow se quejaba además de que esta radical separación era aún más evidente en los jóvenes y de paso atacaba el sistema educativo de aquellos años que, no nos engañemos, sigue siendo parcial e incompleto aún en nuestros días.

Ahora creo que si yo hubiera hecho una pregunta aún más simple como ¿Qué entiende usted por masa, o aceleración, que es el equivalente científico de decir «¿Sabes leer?» no mas de uno de cada diez habrían sentido que yo estaba hablando el mismo idioma. Por lo tanto, mientras el gran edificio de la física moderna crece, la mayoría de la gente inteligente en Occidente tiene el mismo conocimiento científico que habría tenido su antepasado del neolítico.

No en vano se le ha llamado desde hace tanto «el choque de las dos culturas«, porque aún hoy existen sectores que no consideran la ciencia como cultura y a su vez tampoco consideran a los científicos como «intelectuales».

«Recuerdo que G.H. Hardy me dijo un poco sorprendido allá por los años treinta: «¿Te has dado cuenta de cómo se utiliza la palabra «intelectual» en estos días?. Parece tener una nueva definición que, definitivamente, no incluye ni a Rutherford, ni a Edington, ni a Dirac, ni a Adrian, ni a mí. Es un poco raro, ¿no te parece?

Los intelectuales literatos en un polo, y los científicos en el otro, con los físicos como los más representativos. Y entre ambos, un abismo de mutua incomprensión. Cada uno tiene una imagen curiosa y deformada del otro. Sus actitudes son tan distintas que no pueden encontrar mucho terreno en común, ni siquiera en el nivel emotivo. Los no científicos suelen pensar que los científicos son presuntuosos y arrogantes…

Esa separación sigue ahí… Cada día oigo o leo algún desacertado comentario del tipo «La ciencia es demasiado orgullosa y presuntuosa» o «los científicos creen que lo saben todo»… Y por supuesto, de la otra orilla también continúa la divergencia: El mundo actual ha llevado a creer que las carreras de letras tienen poca utilidad en una sociedad encaminada a las más altas cotas tecnológicas y científicas…

Y es que, incluso dentro de estos mundos también parece haber clases, las letras y las ciencias, también tienen incluídas sus propias fronteras, sus escalones y sus «algunas más que otras».

Un tema tan abierto en estos días que, desde este humilde intento de unir ciencias y letras llamado Aldea Irreductible, una pequeña ventana abierta sin distinciones a la astronomía y a la literatura, a la física y a la historia, a la música clásica y a la tecnología, un blog que intenta (no sé si en vano) abrazar esas dos culturas, y si aún no lo habéis hecho, os recomiendo que leáis «Las dos culturas y la revolución científica» de C.P. Snow.

Nota: El enlace que os dejo de google books no tiene el libro completo, aún así, podéis encontrar la mayor parte de la obra.



Por Irreductible, publicado el 7 mayo, 2010
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