En 1955, un joven de 22 años quería reengancharse a la Marina del ejército estadounidense, para ello debían efectuarle previamente un reconocimiento médico en el Hospital Naval de Balboa, California.
El resultado de dicho reconocimiento reveló que el joven estaba afectado de Tonsilitis (Amigdalitis).
Vale, diréis, pues algo normal y nada extraño hasta aquí…
Pues bien, resulta que el joven en cuestión se llamaba Tonsillitis Jackson, era de Ardmore, Oklahoma, y explicó que su madre le había puesto ese peculiar nombre porque había padecido tonsilitis cuando él nació.
Pero el bueno de Tonsillitis también contaría a los médicos del Hospital algo todavía más sorprendente.
Tenía un hermano y cuatro hermanas llamados, respectivamente: Meningitis, Appendicitis, Laringitis (Larry, para acortar), Peritonitis y Jakeitis
Lógicamente, los periódicos de aquel año se hicieron eco de esta curiosa noticia: “A la familia Jackson les gustan las enfermedades como nombres”, “El nombre de la semana”, “Tonsillitis tiene Tonsillitis”
A los médicos del hospital de Balboa no les resultaba nada familiar el último nombre (Jakeitis), y Elsdon Smith, autor de Treasury of Name Lore (New York: Harper & Row, 1967) escribió con sorna: «El último nombre debe haber significado el final del conocimiento médico de sus padres.»
Pero nada más lejos de la realidad. Según parece, el entender médico de aquellos padres superaba el de muchos especialistas de la época.
Con el nombre de Jakeitis se bautizó una extrañísima y casi desconocida enfermedad que en 1930 pudo afectar a más de 400 personas en distintas partes de EEUU, y que fue debida al consumo de un extracto de jengibre jamaicano de contrabando, familiarmente conocido como «Jake», muy valorado en aquella época de la Ley Seca por su alto contenido de alcohol, pero al que algunos proveedores había añadido un plastificante industrial tóxico.
Los afectados por Jakeitis sufrieron parálisis parcial, especialmente de los pies, lo que les impedía caminar normalmente.
Y esta es la breve y poco conocida historia de la familia Jackson, de Ardmore, Oklahoma, y de unos padres con mucha “originalidad” a la hora de poner nombres a sus hijos.
Fuentes y más información: En los enlaces que he dejado en el texto de la minificha.
Nota: Esta historia me ha recordado una gracia sobre las amígdalas y los nombres de pila: – ¿Dónde está María? – Está en la cama con amígdalas – ¿Con Amígdalas?, ¡pues vaya suerte tiene el griego! 😛