Condenado al ostracismo… por justo

Por Irreductible, el 24 marzo, 2009. Categoría(s): curiosidades de la historia • historia antigua

Resulta curioso cómo utilizamos frases en nuestro día a día, pero pocas veces nos paramos a pensar cuál es el significado real o la procedencia de éstas. Hoy en una conversación online, ha surgido el tema y la frase en cuestión: Condenado al ostracismo.

Al oirla, a mi mente ha saltado instantáneamente la mala fortuna de Arístides el Justo y su condena.


A todos nos gusta señalar la Grecia Clásica como la cuna de la Democracia. Y aunque, con muchos matices, bien podríamos estar de acuerdo en que allí nació esa particular forma de arreglar los asuntos de la Polis, que muchos han descrito cómo la menos mala.

Sin embargo, no todo era reluciente en aquella antigua Democracia. También existían algunas instituciones que hoy en día, tacharíamos de poco democráticas.

Una de estas instituciones era el Ostracismo.

El término procede del griego «ostrakon», que literalmente significa «teja» o «trozo de vasija». Los griegos empleaban este material para escribir y se encontraba fácilmente esparcido por el suelo. En estos trozos de teja se escribía, con un punzón, el nombre de un político al que se quería condenar, por considerarlo un peligro para la comunidad.

Asi pues, una vez al año, toda la Polis se reunía en el ágora y escribía en estas tejas el nombre de algún político al que consideraban «peligroso»… ¿El castigo?… Ser condenado al ostracismo significaba el destierro durante 10 años.

Tras la votación, el condenado tenía 10 días para preparar su partida y despedirse de sus seres queridos. Sus bienes eran respetados, sus propiedades seguían siendo suyas… simplemente no podía entrar en la ciudad durante una década.

Esta institución nació en el año 487 a.C como medida preventiva ante posibles intrigas y conjuras internas que pudieran debilitar la democracia griega… Sin embargo, con el tiempo se fue desvirtuando y comenzó a ser utilizada para deshacerse de personajes incómodos, políticos influyentes o simplemente como una manera cómoda de buscar «chivos expiatorios».

Dentro de esta categoría encontramos al bueno de Arístides.

Arístides era un político y militar cómo los que ya no se encuentran… Tan sólo decir que en la batalla de Maratón, le otogaron el mando de los ejércitos de Grecia, pero lejos de aferrarse al sillón, como algunos políticos de ahora, consideró que otro político llamado Milciades estaba más capacitado que él y le cedió el poder… eso ya no pasa 😉

Muchas fueron las acciones y decisiones sabias que Arístides tomó en su vida y que le hicieron ganarse el sobrenombre de «El Justo».

Sin embargo, también le surgieron enemigos, incluso dentro de la propia Grecia… en una de estas disputas con sus contrincantes, tuvo que enfrentar la incierta votación al ostracismo, frente a su oponente Temístocles.

En el día de la votación, cuenta Plutarco, que un campesino analfabeto se acercó a Arístides con su correspondiente teja y le pidió que escribiera en ella…

Arístides le preguntó qué nombre quería que escribiese por él.

El campesino respondió: El de Arístides.

El propio Arístides, sorprendido, le volvió a preguntar: ¿Por qué? ¿Qué mal te ha hecho ese Arístides?

«Nada en absoluto» – respondió el campesino – «Ni siquiera le conozco. Pero estoy harto de escuchar por todos lados que le llamen el Justo»…

El político, no le volvió a replicar y escribió su nombre en aquel trozo de teja…

En el año 484 a.C. Arístides el Justo fue condenado al ostracismo y mientras abandonaba la ciudad iba rezando a los Dioses para que fueran benévolos con el destino de Grecia…

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Fuentes y más información: Las fotos corresponden a «ostrakas» originales procedentes de la votación contra Arístides en el 484 a.C., y se pueden ver en el Museo L’Agora Antique de Atenas, via Wikicommons. Para más información sobre la institución del Ostracismo, podéis echarle un vistazo a la Wiki, a este artículo de Portalplanetasedna o al número 23 de la Revista National Geographic de Historia en el que el Doctor en Filología Oscar Martinez realiza una interesante reflexión histórica.

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