El pasado 12 de Octubre y dentro de la Sección «Textos para el Domingo» dejé unas interesantes reflexiones del historiador Daniel Boorstin sobre alguna de las muchas curiosidades sobre Cristobal Colón, aprovechando la fecha del descubrimiento de America.
Cristobal Colón escribió un Diario de a bordo contando las peripecias de su viaje a las Indias.
Lamentablemente este Diario «oficial» y original de Colón se ha perdido. No se sabe con certeza si el original quedó en poder del Almirante y finalmente, desapareció en la bruma de los años.
Lo que sí conocemos es que a la vuelta de Colón a España, los Reyes Católicos dispusieron de un Diario (quizá el original o quizá una copia) y que éste se perdió en la burocracia de los archivos de Palacio.
Lo que nos queda, no obstante, es un documento trascendental de Bartolomé de las Casas en el que alterna párrafos textuales con ampliaciones de su autoría y notas del hijo de Colón.
Este manuscrito que aquí podemos ver es el original Lacasiano conservado en la Biblioteca del Duque del Infantado y fue publicado por primera vez en 1825 por Martín Fernandez de Navarrete en su «Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV»
Es un texto fundamental que aconsejo leer al menos una vez en la vida, por supuesto, tomando las debidas reservas puesto que no es el original y sabiendo que las diversas copias que se han ido realizando han podido desvirtuar en alguna medida la Historia real.
Aún así, el Diario de a bordo «lacasiano» cuida muy bien de decir cuándo estamos ante un fragmento textual del Almirante y cuando es un añadido de Fray Bartolomé.
Una de las anécdotas más renombradas, nos situa en la noche del 6 al 7 de Octubre de 1492.
Durante varios días la idea de que se hallaban cerca de tierra estaba en la mente de todos, ya que habían visto bandadas de gaviotas y alguna pardela por los alrededores de las carabelas.
En esa noche, según el Padre Las Casas, Colón y uno de los Pinzones se encontraban en una airada discusión sobre el rumbo que debían tomar.
Martín Alonso Pinzón quería continuar hacia Poniente, lo que les hubiera conducido a descubrir Norte America. El Almirante, al contrario, quería dirigirse hacía el Sudeste.
Finalmente, la discusión quedó resuelta por una bandada de loros que aquella noche volaban dirección Sudoeste. Según Colón “donde hay papagayos, hay oro”.