Textos para el domingo

Por Irreductible, el 19 octubre, 2008. Categoría(s): cerebro • ciencia

Hoy en la sección de Textos para el Domingo, no recomendaré un Libro, sino un artículo. En este caso de Javier Sampedro para el periódico El País:

Si está usted harto de sol y arena tal vez pueda acercarse al cibercafé del paseo marítimo y abrir la página http://journalofvision.org/2/5/2/genderclass.html.

Si no puede, le describo brevemente de qué se trata. Lo único que aparece allí son 15 puntos, cada uno moviéndose a su aire en leves oscilaciones.

Pese a ello, el observador no tiene la menor dificultad en distinguir una figura humana andando.

En la pantalla aparece también un mando. Si el mando se mueve un poco hacia la derecha, los 15 puntos móviles adquieren de inmediato el sexo masculino: ahora son un hombre andando.

Si el mando se sigue moviendo en ese mismo sentido, la masculinidad se intensifica hasta rozar los andares del gorila Maguila. Moviendo el mando hacia la izquierda, progresamos suavemente desde una sutil feminidad hasta el más exagerado bamboleo de Marilyn Monroe (o el de Tony Curtis en Con faldas y a lo loco, que tanto da).

Los 15 puntos representan la cabeza y la base del cuello, los hombros, los codos y las manos, la cintura, las caderas, las rodillas y los pies. Y su movimiento está regido por unas simples ecuaciones desarrolladas por el matemático Nikolaus Troje, de la Universidad de Ruhr (Bochum, Alemania). La ecuación que rige a cada punto es siempre la misma. El mando del sexo sólo modula sus parámetros de forma suave y continua. Pero la impresión que recibe el observador es de un asombroso realismo. Nadie da más por 15 puntos.

El gran genetista y neurocientífico Francis Crick, codescubridor de la doble hélice del ADN, intentó hace años explicar a un profano el profundo misterio que supone la percepción visual. En un momento de la explicación, el profano le interrumpió para decir:
-Entiendo que los detalles son muy complicados, pero no me parece que el problema, en
términos abstractos, sea un misterio. Me basta con imaginar que ahí, dentro de la cabeza, hay una especie de televisor con una representación del mundo externo.
-Cierto -dijo Crick-, pero ¿quién está viendo ese televisor?

Ése es el punto. Lo sorprendente no es que un matemático llamado Nikolaus Troje haya
conseguido representar los andares humanos de los dos sexos con un simple sistema de 15 ecuaciones.
Lo sorprendente es que yo mire a esa pantalla, con sus 15 miserables puntos oscilantes, y vea gente andando: hombres, mujeres, el gorila Maguila y Tony Curtis.

Lo que necesitamos entender no es cómo funciona el televisor de la cabeza -la retina, las áreas cerebrales primarias del cerebro-, sino cómo funciona el tipo que está viendo el televisor.

Cuando vemos venir a alguien, nuestro cerebro visual no se limita a dibujar una
representación interna de sus formas, sus dimensiones y sus colores. Eso es lo de menos.

El ojo de la mente también ve que el tipo es un hombre, que se acerca un pelín demasiado deprisa, que parece estar escondiendo algo detrás de su espalda, que nos está mirando de manera extraña, que eso ya ha pasado otras veces, o que lo hemos leído en alguna novela, y hasta puede ordenar a las áreas cerebrales conectadas con los músculos que den las órdenes necesarias para que salgamos corriendo, todo ello antes de que seamos conscientes de lo que estamos percibiendo y de lo que estamos haciendo. Eso es ver. Lo demás son estampitas.

El psicólogo Stephen Kosslyn, de la Universidad de Harvard, ha logrado demostrar que el cerebro humano posee un sistema especializado en archivar, manipular, combinar y reactivar imágenes, no muy distinto en el fondo de los dispositivos cerebrales en los que se basa nuestro órgano mental del lenguaje, capaz de archivar, manipular, combinar y reactivar fonemas, sílabas, palabras y frases para producir un número potencialmente infinito de significados. Su imaginación, lector, o su falta de ella, son en realidad un problema de sintaxis.

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Artículo realizado por Javier Sampedro para el periódico El País.

 



Por Irreductible, publicado el 19 octubre, 2008
Categoría(s): cerebro • ciencia