El hombre que enviaba algas, cebollas y otros 32.000 curiosos objetos para cachondearse de Correos (1898)

Por Guillermo, el 24 julio, 2014. Categoría(s): curiosidades de la historia • guillermo • humor

W. Reginald Bray era un bromista, un tipo cachondo que en 1898 compró un pesado libro que describía con detalle las normas que regían el por aquel entonces complejo funcionamiento del sistema postal de Gran Bretaña, que había establecido además una tarifa muy económica y accesible.

Tras estudiarlas, Bray vio estas reglas como una oportunidad, como un reto para ver hasta qué punto la Oficina de Correos podría cumplir sus propias normas y su burocracia.

Comenzaba su carrera… y así envió por correo, sin empaquetar, pero debidamente etiquetados y sellados, cerca de 32.000 curiosos objetos, tales como una cebolla, una tubería, una bomba de bicicleta, un cepillo, una colilla de cigarrillo, una camisa, una zapatilla, una mata de algas secas, etc. etc.

Bray enviando una cebolla por correo.  A la derecha: algunos curiosos objetos enviados
Bray enviando una cebolla por correo.
A la derecha: algunos curiosos objetos enviados

Todos llegaron a su destino, que normalmente era su propia casa o las de sus amigos, familiares y conocidos.

También fue entregado con éxito el cráneo de un conejo, con la dirección escrita a lo largo del hueso de la nariz, y un nabo, con su destino tallado en un lateral.

Concretamente le fascinaban las normas relativas al envío postal de criaturas vivas, llegando a descubrir que la más pequeña permitida era una abeja, y la más grande un elefante. Le hubiera gustado comprobar estos límites, pero se tuvo que conformar con el envío, sin jaula, de su perro Bob. Seis minutos más tarde la recepción del envío fue firmada en casa de Bray.

Después de este éxito, el bueno de Bray probó en enviarse a sí mismo por correo.

Un formulario oficial de fecha 14 de noviembre de 1903, y firmado por el jefe de correos en Forest Hill, reconoce «la entrega ciclista de una persona” en el domicilio de Bray

Y hay foto…

Bray es entregado por correo certificado a su domicilio. Su paciente padre, Edmund Bray, está de pie en la puerta para aceptar y firmar el recibo del cartero
Bray es entregado por correo certificado a su domicilio. Su paciente padre, Edmund Bray, está de pie en la puerta para aceptar y firmar el recibo del cartero

Nuestro personaje llegó a su casa por menos de lo que le hubiera costado un taxi. Aunque, eso sí, Bray tuvo que pedalear la bici, mientras que el chico encargado del reparto le indicaba el camino.

Más tarde explicó con sorna en un artículo de prensa que esto resultaba especialmente útil cuando

“en una noche de mucha niebla no puedes encontrar la casa de un amigo, así que en vez de vagar durante horas, te envías por correo y te entregan en pocos minutos”

Lo dicho, un figura 🙂

Fuentes y más información: en esta página dedicada a las curiosas actividades postales de W. Reginald Bray

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Por Guillermo, publicado el 24 julio, 2014
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