Biólogos descubren por casualidad el «Titanic de los submarinos»

Por Irreductible, el 6 diciembre, 2013. Categoría(s): colaboraciones con otros medios

A las doce del mediodía del 15 de agosto de 1945 el emperador Hirohito se dirigía a todos sus compatriotas mediante un mensaje de radio en el que anunciaba oficialmente la rendición de Japón. Fue el momento exacto en el que se ordenó el cese de las hostilidades en la que ha sido la mayor confrontación bélica de la Historia. Aunque el final efectivo tardaría aún un par de semanas en llegar con la firma formal del Acta de Rendición a bordo del USS Missouri, las órdenes estaban claras: la Segunda Guerra Mundial había terminado y todas las fuerzas japonesas debían rendirse.

Aquella orden del Emperador cortó de raíz todas las misiones militares en curso, incluyendo la Operación Arashi, la baza secreta de Japón para ganar la guerra utilizando los mayores submarinos construidos hasta el momento.

La armada japonesa había desarrollado un gigante increíble para la época: El submarino de la clase Sen Toku. Un sumergible que, con más de 120 metros de eslora, era capaz de dar la vuelta al mundo una vez y media sin asistencia de ningún tipo.

Aunque el plan inicial era construir dieciocho de estos colosos, a Japón tan solo le dio tiempo de construir tres de ellos antes de que la guerra acabara. Su tamaño era tal que en sus bodegas era capaz de albergar hasta tres hidroaviones de tipo Aichi M6A Seiran que se sacaban y se recuperaban del mar mediante una grúa eléctrica de más de ocho metros.

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