La historia que os traigo hoy es una historia reciente que, no obstante, me gustaría comenzar mucho tiempo atrás… concretamente un funesto 30 de julio de 1945, el día en el que el USS Indianapolis se hundía en las peligrosas aguas del golfo de Leyte, en Filipinas.
La vida de este crucero de la clase Portland, está repleta de acontecimientos trágicos, comenzando porque fue el barco encargado de transportar desde San Francisco, la bomba atómica que posteriormente se lanzaría sobre Hiroshima.
A pesar de lo que esta terrible carga pudiera acarrearle, el USS Indianapolis tiene su fama por otro incidente igualmente sobrecogedor… Su hundimiento por parte de un submarino japonés, esa noche de julio de 1945, llevó a la mayor parte de su tripulación a quedar a la deriva en las aguas del océano pacífico, durante algo más de 5 días a merced de los tiburones.
Tripulación del USS Indianapolis | Fuente | Dominio Público
De las casi 1200 personas que componían la tripulación, 880 sobrevivieron al hundimiento lanzándose al agua antes de que el crucero se fuera totalmente a pique. Sin embargo, aquel naufragio iba a ser la menor de sus pesadillas.
Conforme fueron pasando las horas su mayor preocupación no fue el hambre, la falta de agua potable o la deshidratación… finalmente el destino de la mayoría fue ser pasto de los tiburones.
De esos 880 náufragos que quedaron flotando durante días, poco más de 300 sobrevivieron a lo que se ha convertido con el tiempo en uno de los mayores ataques de tiburones de la Historia… Unos 550 hombres fallecieron en esos 5 días.
Durante muchos años se pensó que aquel banquete fue protagonizado mayoritariamente por tiburones tigre, Galeocerdo cuvier, uno de los depredadores marinos más evolucionados y de mayor tamaño del océano… y la mala fama que ya de por sí tenía esta clase de tiburón, se vió acrecentada por la tragedia del USS Indianapolis.
Robert Shaw en el papel de Quint en Tiburón 1975 | Fuente
Para rematar la faena, y aumentar aún más la legenda negra del tiburón tigre, en 1975 llega Steven Spielberg y rueda su monumental película «Tiburón«, en la que uno de sus personajes, el capitán Quint, narra como él mismo fue uno de los supervivientes del naufragio del USS Indianapolis…
Seguro que recordaréis la escena en la que Sam Quint habla de los agónicos días en los que sus compañeros de marina estuvieron flotando a merced de aquellas bestias salvajes…
La mayoría de las fuentes que he ido consultando para realizar este post muestran como culpable de aquel banquete en 1945 al tiburón tigre… Sin embargo, y después de varios artículos recientes sobre aquel suceso, hay que decir que este «pobre esqualo» es en gran parte inocente…
Hoy se sabe con más seguridad que los responsables de aquel festín fueron tiburones oceánicos de puntas blancas, Carcharhinus longimanus, otra clase de tiburón no menos fiera y a la que, no en balde, Jacques Cousteau calificó como el tiburón más peligroso que existe… incluso por delante del temido tiburón blanco.
Y es aquí donde entra en escena nuestro verdadero protagonista de hoy… Leon Deschamps.
Deschamps es un activista australiano que ha pasado la mayor parte de sus 32 años estudiando a los tiburones y que hace una semanas realizó una «pequeña locura» con el propósito de desmitificar esa visión que el tiempo, la historia y las películas nos han dejado del tiburón tigre como un devorador de hombres…
Durante un viaje de reconocimiento como parte del Proyecto «Shark Bay Ecosystem Research«, Deschamps y sus compañeros ecologistas encontraron los restos de una gran ballena muerta flotando en las aguas del norte de Perth, Australia.
La idea de Deschamps llegó de inmediato y para ilustrar sus teorías sobre las bondades del tiburón tigre… «pensé que la manera más eficaz de demostrarlo sería lanzándonos nosotros mismos en medio de un banquete en alta mar»
Y dicho, y hecho… Deschamps saltó encima de la carcasa de la ballena para asistir en directo al banquete de los tiburones tigre.
«Ellos estaban tranquilos en sus movimientos y lejos de mostrarse agresivos, a pesar de ser un momento en que se supone deben comportarse con mas ferocidad, creo incluso que disfrutaron de la experiencia…»
Personalmente no tengo muy claro si Deschamps ha logrado su objetivo de cambiar mi visión sobre los tiburones tigre, aunque después de ver el video que os dejo a continuación, de lo que sí estoy convencido es de que puede alegrarse de no haberse caído de encima de la ballena o por lo menos de conservar los dos brazos…