Sobre los Kamikazes se ha ido cerniendo una especie de leyenda urbana repleta de errores y frases recurrentes que, debido a su repetición durante tanto tiempo, ya se han convertido en verdaderas, cuando en realidad no lo son.
Por eso, antes de conocer a Haruo Hirota, protagonista de esta entrada, me gustaría empezar este curioso Post histórico aclarando algunos puntos sobre estos célebres aviadores japoneses.
En primer lugar, y cómo es lógico, comenzaré por el término Kamikaze.
Su origen es bastante conocido, pero aún así, no está de más recordarlo un poco.
Nos trasladamos a los años 1273 y 1279. La flota de Kublai Khan por aquellos tiempos era muy poderosa, y ya encontramos reminiscencias de su grandeza en su abuelo Gengis Kan, cuyo nombre significa «Príncipe del Océano, Señor de los Mares». Sin embargo, esta flota no llegó a atacar Japón gracias a una serie de Tifones que la disolvieron.
Los japoneses llamaron a estos ciclones salvadores «Vientos Divinos», y aunque este es el origen de la palabra Kamikaze, sin embargo, no es su verdadera ortografía. En realidad se debería pronunciar «Shimpu». El error de traducción vino de mano de los americanos y se propagó rápidamente por todo el mundo… Salvo a Japón, donde se les conoce por su nombre original: Shimpu.
Otro error común es pensar que estos Kamikazes eran fanáticos que, en un delirio bélico y sin pensarlo, se lanzaban contra los barcos enemigos como locos. No era así… Todos fueron voluntarios. Todos eran racionalmente conscientes de que su sacrificio significaría un avance de su Pais.
No actuaban impulsivamente sino que recibían un duro entrenamiento, a menudo de varios meses, al final del cual, eran despedidos como héroes.
Despedida homenaje a Kamikazes.
Otra anécdota-chiste que se suele decir sobre los kamikazes es la típica pregunta ¿Para qué llevaban casco?… La cosa puede tener su gracia, pero la respuesta es bastante simple: NO llevaban casco 🙂
Si os fijáis bien en la primera foto del Post, veréis que lo que cubría su cabeza era simplemente una cubierta de piel o tela, recuerdo del tiempo en el que las cabinas de los aviones eran descubiertas, y que tan sólo les servían para protegerse del viento y la lluvia, al tiempo que les sujetaba las gafas.
Ataque Kamikaze contra el USS Saratoga
Los kamikazes sin embargo, no representan algo único en la Historia. Siempre ha habido personas que han sacrificado su vida para conseguir un avance en la situación estratégica de una batalla.
El Primer ataque Kamikaze de la Segunda Guerra Mundial hay que situarlo al amanecer del 25 de Octubre de 1944, cuando seis Zeros (Mitsubishi A6M) procedentes de la base de Mindanao, avistaron una unidad de Portaaviones enemigos listos para lanzar el ataque contra una de sus bases… Ante aquella situación, los pilotos japoneses eligieron.
En la estupenda web Exordio podéis encontrar un relato más detallado de este ataque.
Lo que nos lleva a la azarosa historia de Haruo Hirota.
Fuera del libro Historia Asombrosas de la IIWW, no he encontrado ninguna referencia a su aventura, aún así, tengo bastantes datos cómo para hacer una pequeña recreación.
En abril de 1945, Haruo Hirota era un joven de 19 años cuya máxima aspiración era dar la vida por su patria en el Shinpū tokubetsu kōgeki tai (Unidad Especial de Ataque Shinpū). Sin embargo, el azar tenía otros planes para Haruo y no murió, pasando a la Historia de Japón como el único Kamikaze que sobrevivió a su misión.
El plan era subir a un planeador repleto de explosivos que iba adosado a un gran bombardero, sobrevolar el océano hasta dar con un portaaviones enemigo y estrellarse contra él.
Y todo parecía ir de acuerdo a lo previsto, hasta que en plena batalla el Bombardero que sostenía su planeador fue alcanzado por una ráfaga de balas. El gran avión soltó a Haruo antes de lo previsto y el kamikaze hizo todo lo que pudo para estamparse contra el portaaviones.
Sorteó milagrosamente todas las balas de alcance que silbaban a su alrededor, pero no pudo llegar a su objetivo y se estrelló contra el mar.
Un sentimiento de deshonor invadió a Haruo cuando fue rescatado por marines estadounidenses.
-Casi alcancé al barco -explicó-, pero de repente me encontré bajo el agua.
En Japón consideraron aquella acción una vergüenza y Haruo Hirota no regresó.
Al terminar la guerra, el japonés tenía 20 años y rehizo su vida. Se casó y tuvo dos hijos.
Comenzó a trabajar en un restaurante en Washington hasta convertirse en un reputado Chef.
Desde la Aldea, nos alegramos de que tuviera otra oportunidad.
Todas las fotos estan extraidas del archivo Creative Commons de WikiCommons
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