Los berlineses, demacrados por la escasez de víveres y la tensión, tenían poco que celebrar durante la Navidad de 1944. Buena parte de la capital del Reich se había visto reducida a escombros a resultas de los bombardeos. El humor negro, propio de sus habitantes, se había tornado en humor lúgubre. El chiste que circulaba por la ciudad en aquel periodo navideño era:
«Sé práctico, regala un ataud».
El patriotismo caía en picado y cada vez era menor el número de personas que se preocupaban por que los denunciasen a la Gestapo por derrotismo, tal como indica el aluvión de chistes surgidos por esas fechas.
La mayoría de los berlineses había dejado de usar el «Heil Hitler» para saludar. Cuando alguien lo usaba, muchos se volvían a mirarlo. El saludo más frecuente por aquellas fechas era el de «Bleib übrig!» (¡Sobrevive!)
Entre la población y a modo de broma, se decía que las omnipresentes iniciales LSR de «Luftschutzraum» o Refugio antiaéreo, en realidad significaban: «Lernt Schnell Russisch» (Aprenda Ruso Enseguida!)
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Varias anécdotas extraidas del excelente libro «Berlín, la caida 1945» de Antony Beevor