LAS PINTORAS EN LA HISTORIA
Seguro que puedes decirme docenas de pintores… Goya, Velazquez, Van Gogh, el Greco, Rubens, Da Vinci, Dalí, Picasso… pero…
¿Donde están las pintoras en la Historia?
Según la antigua Roma y en boca de Plinio el Viejo en su Historia Natural, la pintura fue una invención femenina: la joven hija del alfarero Butades Sicyonius trazó sobre un muro el contorno de la sombra del rostro de su amado cuando partía para lejanas tierras, para poder recordarlo…
Sin embargo, al intentar contestar la pregunta del título, la mayoría de nosotros, hemos tenido serios problemas para recordar el nombre de alguna pintora en la Historia del Arte…
Por mi parte, he de confesar que tan sólo recordé una, Frida Khalo. Esta falta de respuestas, ha sido el inicio de una curiosidad, que me ha llevado a investigar un poco y realizar este post.
A diferencia de sus colegas varones, hasta hace bien poco tiempo, a las pintoras se les limitó su formación: no se les permitía la práctica del dibujo del natural (con modelo desnudo), que era la base de las enseñanzas académicas desde el siglo XVI hasta el XIX. En muchos casos sus temas hubieron de circunscribirse a retratos, interiores y bodegones.
Con muy pocas excepciones, las mujeres no pintaron paisajes hasta el siglo XVIII.
La primera obra pictórica documentada firmada por una mujer, nos llega sorprendentemente de la Edad Media y es extraño, porque generalmente en aquella época, los autores no firmaban sus obras… Aún así, en el «Comentario del Apocalipsis de Beato de Liébana» aparecen dos nombres: El monje Emeterio y una tal Ende «pintora y sierva de Dios» (pintrix et Dei adiutrix).
Fue hija del Pintor Orazio Gentileschi y tiene una historia realmente interesante: Desde pequeña ya se veía atraida por los cuadros de su padre y se colaba en su estudio, contra la voluntad de éste, que tenía la intención de que ingresara en un convento cuando fuera mayor.
La insistencia de la pequeña convenció a su padre que no tuvo otro remedio que dejarla entrar, pero con la condición de que guardara el más absoluto silencio mientras él trabajaba.
Artemisia fue creciendo y entró a formar parte del estudio de su padre. Con 19 años, la puso bajo la instrucción del pintor Agostino Tassi, para que le enseñase perspectiva, ya que las escuelas de Bellas Artes no permitían la inscripción de mujeres.
Sin embargo, Tassi violó a Artemisia, engañándola bajo promesas de matrimonio que nunca cumplió… puesto que ya estaba casado… con otra mujer a la que consiguió del mismo modo…
Para restablecer su honra, Artemisia fue casada rápidamente con un modesto pintor, Piero Antonio Stiattesi, y se mudó a Florencia, donde la artista fue la primera mujer en ser admitida en la Accademia del Disegno (Academia del Dibujo), pudo relacionarse con artistas reconocidos, conseguir el patronazgo de personas importantes, como el duque Cosimo II de Médici y la duquesa Cristina, y tuvo una buena relación con Galileo Galilei.
Dicen que en su cuadro Judith y Holofernes, descargó toda su ira contra el sexo masculino por aquella violación que la marcó profundamente.
Ser hija de pintor fue casi una constante en la historia de las pintoras de esta época.
También lo fue Lavinia Fontana, hija del pintor Próspero Fontana, quien tuvo mucha más suerte que Artemisia en su vida personal y profesional.
En primer lugar, por nacer en Bolonia, ciudad progresista y cuna de muchísimas mujeres pintoras, ya que su Universidad aceptó a mujeres estudiantes desde el siglo XIII.
En su vida personal también ocurrió un hecho singular para aquellos años, y fue su matrimonio con Gian Paolo Zappi, pintor relativamente mediocre que, al ver la destreza de su mujer en el arte, abandonó su carrera y se dedicó a ser «amo de casa» y cuidar de los once hijos que tuvo con Lavinia, para que su mujer pudiera pintar…
Y si para Lavinia fue importante tener un marido que la apoyara, para Sofonisba lo fue tener un padre adelantado a su tiempo.
Nacida en Cremona, su padre, Amilcar Anguissola, tuvo 7 hijos… de los cuales 6 fueron niñas…
Amilcar les dió a todas ellas una educación humanista, instruyéndolas en la música, literatura, y como no, en la pintura.
Sofonisba tuvo como primer maestro en las bases de la pintura a Bernardino Campi. Como las jóvenes aprendices tenían prohibido practicar con modelos, la experiencia de Sofonisba se restringía al retrato de los miembros de su familia -logrando escenas cotidianas de una delicada intimidad, como la partida de ajedrez– y al de sí misma, llegando a encontrarse autorretratos suyos desde los quince hasta casi los noventa años.
Cuando ya era conocida, se desplaza a Milán, hacia 1558, en donde pintó al Duque de Alba, quien a su vez la recomendó al rey Felipe II de España. Al año siguiente, fue invitada a visitar la corte española, lo que representó un momento crucial en su carrera. Entonces tenía 27 años.
En España se convirtió en la Pintora de la Corte de Felipe II y a su vez, ejercía de dama de compañia de Isabel de Valois, la tercera esposa del Rey, con quien trabó una gran amistad que duraría hasta la muerte de la Reina.
En 1623, la visitó el pintor flamenco Anthony Van Dyck, quien pintó varios retratos de ella a principios de 1600, e hizo bosquejos de sus visitas a Sofonisba en su cuadernos de notas. Van Dyck dijo: Aunque su vista está debilitada, se mantiene aún muy alerta mentalmente».
En contra de lo que algunos biógrafos reclaman, ella nunca se llegó a quedar ciega, quizá tuvo cataratas.
Murió a la edad de 93 años en Palermo en 1625.
Fue internacionalmente aclamada y respetada a lo largo de su vida.