TORTURANDO A MISS GWINNER (1601)

Por Irreductible, el 29 octubre, 2009. Categoría(s): historia • religion

Henry Charles Lea (1825-1909) está considerado como uno de los más destacados historiadores de la brujería europea. Durante sus años de estudio de la Edad Media escribió numerosos libros, tratando con especial dedicación las actuaciones de la Inquisición en España.

En sus escritos podéis encontrar cientos de casos documentados, en los que comprobar cómo se las gastaban los miembros de la Inquisición, tanto en España como en el resto de Europa.

Hoy me voy a centrar en el arresto y posterior interrogatorio de Else Gwiner, un escalofriante documento con el que me topé leyendo el libro de Marvin Harris, «Vacas, Cerdos, Brujas y Guerras«.

Brujas en la Hoguera | Fuente: Malleus Maleficarum | Dominio Público

Nuestra historia comienza en 1601, en la ciudad alemana de Offenburg. Allí, al igual que en toda Europa por esas fechas, la caza de brujas estaba al orden del día… y allí, día sí y día también, se arrestaba a alguien acusado de tener tratos con el demonio.

En esta ocasión se trataba de dos vagabundas que, después de horas de tortura, confesaron ser brujas y participar en akelarres. A esta confesión, normalmente le seguía otra añadiendo el nombre de sus colaboradores y participantes. Las vagabundas no conocían a mucha gente en el pueblo y lo más que acertaron a indicar fue el nombre de Else Gwinner, la esposa del panadero.

El 31 de Octubre de 1601, Else Gwinner fue citada ante los examinadores y como es natural, negó cualquier implicación en ningún tipo de artes en la brujería. Ante aquella negativa, los inquisidores le explicaron el «plan» y le invitaron a evitar «sufrimientos innecesarios». Else, se mostró firme en su negativa y el paso siguiente fue lo que se conoce como «estrapada«.

Le ataron la manos a la espalda y la levantaron del suelo mediante una cuerda sujeta a sus muñecas. Tras elevarla, la dejaron caer. Una vez en el suelo, todo lo que ella dijo fue «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen». Le volvieron a aplicar la tortura pero, en esta ocasión, sólo consiguieron dejarla inconsciente.

Durante aquel desmayo, la trasladaron a prisión y allí quedó recluida durante una semana. El 07 de Noviembre, la volvieron a llamar y de nuevo, comenzaron el interrogatorio con la estrapada, aumentando el peso en cada levantamiento.

A la tercera subida, Else gritó que no podía más y que confesaría. Mientras la bajaban, intentó inventar alguna respuesta creíble y finalmente respondió que había gozado del amor de un demonio. Esto no dejó muy satisfechos a los examinadores que querían saber más. Así que, volvieron a las andadas y de nuevo la elevaron, en esta ocasión con pesos mayores.

Viendo que la confesión no le había servido de mucho, Else volvió a reconsiderar su confesión y tras dos nuevas estrapadas, desde el suelo, les dijo que sus confesiones eran mentiras para evitar el sufrimiento y que la verdad es que era inocente.

Esto enfureció a sus examinadores que optaron por cambiar de estrategia en aquella «investigación». Así pues, se encaminaron hacia la casa de Else y detuvieron a su hija Agathe, la llevaron a una celda y la golpearon hasta que confesó que tanto ella como su madre eran brujas y que habían echado a perder la cosecha de aquel año para elevar el precio del pan.

Portada del Malleus Maleficarum | Fuente | Dominio Público

Sin embargo, cuando llevaron a la joven junto a su madre, Agathe se volvió atrás y al igual que Else, afirmó que sólo había dicho aquello para que parasen y que ambas eran inocentes.

La paciencia de los examinadores estaba llegando a su fin y decidieron volver a separarlas, ya que comprobaron que cuando estaban juntas no terminaban de confesar. Llevaron a Agathe a otra prisión y con Else se decidieron a utilizar un nuevo método de persuasión: Las empulgueras.

Else confesaba todo tipo de brujerías hasta que paraban con el tormento, pero una vez que se detenían, se contradecía y afirmaba su inocencia. Así, una y otra vez, hasta el 11 de Diciembre, día en el que se desmayó sin darle tiempo a decir más.

Los examinadores la despertaron con cubos de agua fría y aún medio inconsciente, Else Gwinner confesó que había volado junto a un demonio en aquel akelarre. Por supuesto, le pidieron que dijera a quién había visto en estos aquelarres. Prometió revelar después más detalles si la dejaban descansar.

Pasaron dos días, cuando el 13 de diciembre se volvió a retractar de su confesión, pese a los esfuerzos de un sacerdote que la confrontó con la información adicional obtenida de su hija Agathe que, por aquellas fechas ya había confesado y firmado una declaración.

El 15 de diciembre, los examinadores le dijeron que iban a «continuar la tortura sin piedad o compasión hasta que dijera la verdad». Else volvió a desmayarse, pero antes de hacerlo, consiguió volver a afirmar su inocencia.

Durante los días siguientes y pese a la amenaza de nuevas torturas, rehusó sellar su confesión con un juramento final, aún así Else Gwinner murió quemada el 21 de diciembre de 1601.


Música del Post | Quique González

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