El apartado dedicado a los Océanos dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2020 (art. 14.4) indica la necesidad de “reglamentar eficazmente la explotación pesquera y poner fin a la pesca excesiva, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada y las prácticas pesqueras destructivas, y aplicar planes de gestión con fundamento científico a fin de restablecer las poblaciones de peces en el plazo más breve posible, al menos alcanzando niveles que puedan producir el máximo rendimiento sostenible de acuerdo con sus características biológicas”.
Ese año 2020 ha quedado dolorosamente atrás y la pesca ilegal sigue siendo un lucrativo negocio que mueve unos 25.000 millones de dólares anuales en todo el mundo, representa un grave peligro para la biodiversidad marina y está íntimamente relacionada con abusos laborales y flagrantes violaciones de derechos humanos. Miles de barcos pesqueros ilegales faenan cada día en aguas protegidas con una impunidad que resulta sorprendente en nuestros días.
Por supuesto, el Derecho Internacional exige que las embarcaciones de una determinada eslora lleven una baliza o transpondedor (denominado AIS, Sistema de Identificación Automática) para indicar su posición en todo momento. Los datos registrados procedentes de las AIS son tremendamente útiles, no solo para conocer dónde se encuentra la embarcación para un posible rescate sino también para recoger información de todo tipo.
Estos registros, por ejemplo, nos ofrecen señales y pautas reveladoras de la actividad pesquera y de esta manera sabemos cómo se comportarán o hacia dónde se dirigen los barcos mientras faenan. En algunos casos se mueven en una dirección para colocar una larga línea de anzuelos cebados a la deriva, y luego regresan para recoger las capturas. En el caso de los barcos que persiguen atunes se suelen observar patrones circulares mientras rodean un banco de peces con su gran red.
Esta ingente cantidad de datos, indicando en tiempo real la posición de miles y miles de barcos sobre las aguas de todo el mundo, representa un bocado apetitoso, tanto para las autoridades en sus tareas de vigilancia como para cientos de investigadores que analizan y procesan estos patrones para crear mapas globales de pesca comercial. Hasta hace bien poco, nadie sabía a ciencia cierta cuántos de los mares del mundo soportan actividades pesqueras por barcos comerciales, algunos científicos pensaban que casi todos y las estimaciones se movían alrededor del 95% de los mares. Sin embargo, gracias a estos datos procedentes de las AIS, en 2018 se publicó un estudio que redujo ese porcentaje notablemente.
Aquel trabajo, realizado por investigadores del Instituto alemán Alfred Wegener utilizó datos de rastreo satelital de más de 70.000 barcos para crear uno de los mapas globales de pesca más detallados hasta la fecha. Las conclusiones del estudio publicado en Science mostraba que la actividad de pesca cubre entre un 55% y un 73% de los mares y océanos, dejando grandes áreas del océano virtualmente sin actividad. Estos nuevos resultados (obtenidos de extrapolar los datos de las balizas entre 2012 y 2016) sugieren un punto muy positivo para el medio ambiente: Grandes áreas podrían convertirse en reservas marinas con muy poco coste económico para la pesca.
Sin embargo estamos hablando de pesca ilegal y, a pesar de la obligación de mostrar la posición en todo momento, muchos barcos apagan sus balizas cuando se disponen a realizar capturas fuera de la ley. Tomemos como ejemplo el caso de la imagen superior. Corresponde al desplazamiento por aguas argentinas del pesquero surcoreano Oyang 77. Este navío, de unos 60 metros de eslora, desplegó sus redes de arrastre y capturó más de 140 toneladas de merluza, raya y calamar en unas aguas donde no tenía permiso para pescar. Los datos de su sistema AIS se interrumpieron hasta en nueve ocasiones (las últimas tres se muestran en recuadros en la infografía) cuando se desplazaba al límite por áreas conflictivas de la Zona Económica Exclusiva de Argentina (la zona sombreada en color gris). Finalmente las autoridades marítimas argentinas atraparon al navío infractor, confiscaron las capturas y destruyeron sus redes.
Al igual que el Oyang 77, miles de pesqueros silencian a diario sus balizas, haciendo que sus barcos sean virtualmente invisibles. Por supuesto, en muchas ocasiones este “apagado” puede deberse a problemas técnicos o a una mala recepción satelital, pero los investigadores sospechan que “la mayoría de las veces, los capitanes desactivan a propósitos estos dispositivos para evitar ser detectados”.
Este es el gran dilema al que se ha enfrentado un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de California Santa Cruz (EEUU) que hace unas semanas ha publicado un importante estudio en Science que supone una nueva herramienta frente a la pesca ilegal. La pregunta es delicada. De los miles y miles de casos de apagado de la baliza AIS… ¿Cuáles se debieron a problemas técnicos y cuáles fueron deliberados? La respuesta, como en tantas ocasiones, se encontraba tras los datos. Sin embargo, ante la avalancha acumulada de registros, los investigadores entendieron enseguida que necesitaban echar mano de IA si querían llegar a buen puerto.
A grandes rasgos, las denominadas Inteligencias Artificiales de aprendizaje automático funcionan de esta manera: Les enseñas el patrón a buscar, las entrenas con ejemplos y les muestras que estás buscando. En nuestros días este tipo de IA se ha convertido en una poderosa herramienta detectando patrones determinados entre montañas de datos y ya se utilizan con éxito en diagnósticos médicos (en algunos casos superando incluso a médicos expertos), detección de fraude fiscal, etc.
Los investigadores obtuvieron el acceso a miles de millones de ubicaciones AIS almacenadas en bases de datos públicas y su primer paso para entrenar a esta Inteligencia caza barcos fantasmas fue identificar los ejemplos más claros. Casos donde la señal se apagaba abruptamente en zonas limítrofes o conflictivas y más tarde se encendía con fuerza en zonas legales. También utilizaron ejemplos donde la señal se interrumpía claramente por razones técnicas, casos en los que el barco mostraba señales débiles o intermitentes en áreas donde la pesca es legal. Con el número suficiente de ejemplos, los investigadores esperaban entrenar su programa de aprendizaje automático para reconocer señales de barcos que intentaban voluntariamente escapar de la detección.
Y lo han conseguido… los resultados publicados en Science Advance, han detectado más de 55.000 casos en los que la tripulación parecía apagar deliberadamente sus balizas AIS, entre 2017 y 2019. El número total es sorprendente: 5269 embarcaciones desaparecieron del mapa durante aproximadamente 5 millones de horas mientras pescaban. Algunos de estos barcos desaparecieron durante días o incluso semanas.
El desempeño de esta nueva IA también trae algunas sorpresas ya que también parece capaz de diferenciar apagados voluntarios de la baliza que no se deben a la pesca ilegal. En algunas ocasiones las embarcaciones desactivan su AIS, no para cometer un delito, sino para que sus competidores no puedan seguirles y descubrir sus bancos estratégicos de pesca. En África Oriental, los barcos también apagan sus balizas para ocultar su ubicación a los posibles piratas.
En definitiva, el estudio publicado nos trae una nueva herramienta para hacer cumplir los tratados internacionales y acercarnos a ese ya desfasado objetivo sostenible de Naciones Unidas. No obstante, y aunque esta nueva metodología ayudará a reducir las capturas ilegales, la realidad es tozuda y el punto fundamental sigue siendo una mayor implicación de las autoridades y políticos al cargo, sobre todo en las naciones más afectadas. “Es más fácil para los países desarrollados enviar patrulleras y atrapar a los infractores, mientras que los países pobres continúan sufriendo la carga de la pesca ilegal”, recuerdan en Science. A estas herramientas se debe acompañar una legislación más ambiciosas y efectiva logrando que la pesca ilegal no sea rentable, aumentando el riesgo a ser detenido, a sufrir sanciones significativas e incluso a perder la licencia o el barco.
Referencias científicas y más información:
Welch, Heather, et al. “Hot Spots of Unseen Fishing Vessels”. Science Advances, (2022) DOI:10.1126/sciadv.abq2109.
Erik Stokstad “AI May Help Authorities Track ‘Ghost’ Fishing Boats” Science (2022) DOI:10.1126/science.adf6237
Poloczanska, Elvira. “Keeping Watch on the Ocean” Science (2018) DOI:10.1126/science.aar7613.