El hombre que batía récords saltando desde puentes (1886-1888)

Por Irreductible, el 27 enero, 2018. Categoría(s): curiosidades de la historia • personajes
Lawrence "Larry" Donovan saltando desde el Puente de Brooklin y "regresando a salvo y sonriendo" | National Police Gazette  1886 (Dominio Público)
Lawrence «Larry» Donovan saltando desde el Puente de Brooklin y «regresando a salvo y sonriendo» | National Police Gazette 1886 (Dominio Público)

Lawrence «Larry» Donovan tuvo una vida corta pero muy peculiar. Nació en Nueva York en 1862 y falleció con tan solo 26 años al saltar desde lo alto del Hungerford Bridge en Londres. No fue uno de sus mejores saltos, de hecho apenas fueron 25 metros de caída, sin embargo aquel brinco en agosto de 1888 fue el que acabó fatalmente con su extraña carrera de saltador de puentes.

¿Carrera de saltador de puentes, dices? Sí, Larry Donovan llegó a ser mundialmente conocido por sus saltos desde los más variopintos puentes de Estados Unidos e Inglaterra, una actividad que, como tantas otras, comenzó un buen día por una apuesta. Durante dos años, desde 1886 hasta su fatal caída en 1888, Donovan se hizo un nombre a base de arriesgar la vida saltando desde cualquier puente que se le pusiera por delante.

¿Cómo empezó todo? Bueno, en 1882, tras finalizar el servicio militar, Donovan terminó recalando en las filas periodísticas del New York Police Gazette, un tabloide que mezclaba deportes, crónica negra, crímenes y señoritas ligeras de ropa, una especie de cóctel entre el Marca, el Caso y el Interviú de nuestros días.

Por aquella época las obras del novedoso puente de Brooklyn estaban a punto de finalizar y, se extendió la peligrosa iniciativa de ver quién era capaz de saltar desde lo alto de sus impresionantes 105 pies de altura (unos 35 metros). En la primavera de 1883 por fin se inauguró el gran puente y el primer intento no iba a tardar en producirse.

Su nombre era Robert Emmet Odlum, un experto profesor de natación que, confiado en sus habilidades, quiso ser el primero en pasar a la historia de los saltos. En mayo de 1885 Odlum saltó desde lo alto del Puente de Brooklyn y, desafortunadamente, su cuerpo fue sacado sin vida de las aguas del East River.

Robert Emmet Odlum en su salto fatal desde el Puente de Brooklin en el  Frank Leslie's Illustrated Newspaper
Robert Emmet Odlum en su salto fatal desde el Puente de Brooklin en el Frank Leslie’s Illustrated Newspaper

Pero la sonora muerte de Odlum no frenó la afición de los saltapuentes sino que, como ya estáis imaginando, la aceleró y la extendió como un reto imposible al que hacer frente. Y el siguiente en intentarlo sería un espabilado y fornido corredor de fondo llamado Steve Brodie que, como buen apostador, calentó previamente los ánimos lanzando bravuconadas sobre su próxima hazaña. Las autoridades habían previsto acciones para evitar los saltos, sin embargo Brodie se escabulló por la noche, se plantó en mitad del puente y sin pensarlo dos veces saltó hacia las aguas del río.

En esta ocasión la suerte sonrió al saltador y consiguió salir con vida de aquella temeridad. El Puente de Brooklyn ya tenía campeón y Brodie fue alardeando de su salto de 135 pies (unos 40 metros), enfadándose incluso con el New York Times que tan solo le otorgaba una marca de 120 pies.

Esa disputa por unos metros más arriba o abajo, terminó convirtiéndose en un debate abierto sobre si el salto de Brodie había sido real o inventado. No era una cuestión baladí, al día siguiente los periódicos no solo discutían sobre la verdadera altura desde la que se había realizado el salto, sino que algunos negaban que se hubiera producido realmente. Sea como sea, lo cierto es que la policía detuvo esa noche a Brodie por saltar de manera ilegal y esa detención acalló muchos rumores.

Brodie se había convertido en un héroe local y aparecía en las portadas de muchos anuncios como «El campeón del mundo de salto de puentes«.

Steve Brodie
Steve Brodie, «campeón del mundo de salto de puentes»

Y es aquí donde entra en escena nuestro protagonista, Larry Donovan, el periodista del New York Police Gacette que hasta ahora se había dedicado a cubrir algunas noticias deportivas y que, en secreto, sufría la fiebre del saltapuentes. En 1884, y con mucha menos publicidad que Odlum y Brodie, Donovan ya había conseguido saltar desde uno de los puentes del Schuylkill River en Philadelpia.

Richard K. Fox, el editor jefe del magacine donde trabajaba Donovan tenía buen ojo para las historias truculentas y para las hazañas deportivas más extrañas. La apuesta no tardó en surgir y mientras la fama de Brodie no paraba de crecer, Fox prometió una recompensa a quien rompiera el récord de 120 pies establecido por Brodie.

Donovan dio un paso al frente y la mañana del 26 de agosto de 1886 se dispuso a saltar desde una silla encaramada a una de las guías del puente, consiguiendo así colocarse 29 pies (unos 8 metros) más alto que su predecesor Brodie.

Donovan se había preparado bien. En anteriores saltos se había percatado que lo importante era mantener la verticalidad durante la caída, por lo que llevaba unos robustos zapatos a los que había añadido 5 libras extra de peso. Además se había ataviado con pantalones abombados rellenos de paja y como complemento final un gorro como los que usaban los jinetes en las carreras de caballos. Finalmente, y como último preparativo, dos barcas con amigos le esperaban en el río para sacarlo rápidamente del agua.

Donovan saltando desde el Puente de Brooklyn | Police News Law Courts and Weekly Record (Dominio Público)
Donovan saltando desde el Puente de Brooklyn | Police News Law Courts and Weekly Record (Dominio Público)

El salto fue todo un éxito, y Donovan se convirtió en alguien famoso de la noche a la mañana. Atrás quedaban las disputas sobre el salto de Brodie, este nuevo récord era claro, con testigos e incluso la policía atestiguaba que el delito de salto del puente se había realizado y que el detenido, Larry Donovan, había sido castigado con 10 dólares de multa. Un precio bastante asequible para conseguir la celebridad en apenas un día.

Todos los medios de comunicación de la época se hicieron eco del salto de Donovan, especialmente su propio magacine que lo encumbró con artículos como el publicado en septiembre de 1886: «El valiente Donovan, campeón del Police Gazette, eclipsa todos los saltos anteriores«.

Artículo publicado por The Nacional Police Gacette en septiembre de 1886 | Dominio público
Artículo publicado por The Nacional Police Gazette en septiembre de 1886 | Dominio público

La fama le había llegado a Donovan de la manera más inesperada pero ahora, que era reconocido por todo el mundo, no estaba dispuesto a parar. Aclamado y vitoreado, Donovan se dispuso a preparar su siguiente salto. En esta ocasión el sitio elegido sería el puente sobre el río Genesee en Rochester, pero su intento fue detenido bruscamente por una comitiva de policías que lo esperaba en el lugar del salto. Donovan fue arrestado, pero como ni siquiera había saltado, su estancia en los calabozos fue breve y a las pocas horas ya estaba en libertad, con la cabeza puesta en su siguiente salto.

Los periódicos seguían publicando artículos sobre el Campeón de salto de puentes, y Larry Donovan no quería defraudar a su público… su próximo salto debía ser algo impresionante, algo que le encumbrara como el mejor saltador de todos los tiempos. ¿Y qué hay más impresionante en Estados Unidos que las Cataratas del Niágara?

Donovan preparó sus pesados zapatos, sus pantalones acolchados y su inseparable gorro de jinete y se desplazó hasta el ya desaparecido Puente Colgante de las Cataratas del Niágara. Bajo sus pies se extendían unos gigantescos 190 pies de altura (55 metros) una diferencia notable respecto al salto desde Brooklyn.

Ilustración del salto de Donovan en las Cataratas del Niágara | Police News Law Courts and Weekly Record 1886 (Dominio Público)
Ilustración del salto de Donovan en las Cataratas del Niágara | Police News Law Courts and Weekly Record 1886 (Dominio Público)

Donovan volvió a conseguirlo. Su salto desde aquellos impresionantes 190 pies de altura dio la vuelta al mundo y su fama comenzó a llegar a otros países en los que también la fiebre de los salta puentes empezaba a despuntar. En una entrevista al New York Times, en agosto de 1886, Donovan reconocía que se había empezado a ganar la vida gracias a los premios y apuestas que sus saltos le proporcionaban, pero que en este salto en las Cataratas del Niágara no había apostado ni ganado un solo dolar puesto que lo había hecho en honor a los periódicos que tan bien lo habían tratado durante todo este tiempo.

Entrevista a Donovan en el New York Times, 29 agosto 1886 | Dominio Público
Entrevista a Donovan en el New York Times, 29 agosto 1886 | Dominio Público

El salto desde el puente de las Cataratas del Niágara no había sido todo lo limpio que hubiera esperado y el impacto contra el agua le dejó algunas secuelas como un par de costillas rotas y un pulmón bastante tocado. Aún así, Donovan no iba a parar y sus miras ya se habían puesto nuevamente en el Schuylkill River de Philadelphia, donde comenzara su afición hace ya algunos años.

El puente elegido era el ahora renovado Chestnut Street Bridge y se alzaba los nada desdeñables 88 pies de altura (26 metros) sobre las aguas del Schuylkill. Las apuestas esta vez no estaban tan altas como en otras ocasiones y Donovan apenas sacó algunos dólares mientras se daba cuenta de que el interés del público hacia sus saltos iba decayendo rápidamente. Durante los siguientes meses sobrevivió deambulando por ferias y museos donde cobraba 10 centavos por aparición, mientras ideaba alguna manera de levantar nuevamente expectación entre el público.

Y la idea que se le ocurrió era, otra vez, realmente disparatada. Donovan quería volver a saltar desde el Puente de Brooklyn pero esta vez saltaría de cabeza… si eso no levantaba interés y polémica, ya no sé qué más podría hacer. Pero aquel salto no iba a salir como él esperaba y sus planes se fueron al garete por la policía que había sido advertida por la madre del propio Donovan que, preocupada por la seguridad de su hijo, decidió delatarle a los agentes del orden para que impidieran su locura.

Fue detenido nuevamente y a pesar de no haber podido saltar, el juez que trató la causa quiso dar un escarmiento a Donovan para que sirviera también de ejemplo a otros saltapuentes. En esta ocasión la estancia de Larry en los calabozos se extendería durante tres largos meses, tiempo en el cual tuvo que prometer por escrito que nunca volvería a saltar desde un puente en la jurisdicción de Nueva York.

Con las puertas newyorkinas cerradas y con un interés cada vez menor, Donovan decidió que Inglaterra podría ser un buen lugar para continuar su carrera… nuevo público, nuevas apuestas, nuevos puentes. El escenario donde nuestro campeón volvería a brillar sería el célebre London Bridge y, aunque su reto apareció en algunos periódicos de la época, lo cierto es que tampoco levantó la expectación que Donovan esperaba.

Donovan salta desde el Puente de Londres en 1887 |  Police News Law Courts and Weekly Record (Dominio Público)
Donovan salta desde el Puente de Londres en 1887 | Police News Law Courts and Weekly Record (Dominio Público)

Su salto desde el London Bridge tuvo lugar el 05 de junio de 1887 y, salvo algunos artículos en medios como The Referee, el acontecimiento tuvo poca repercusión. Los ingleses no estaban por la labor de los saltapuentes a quienes consideraban poco más que unos temerarios en busca de atención y fama. Pero Donovan no iba a rendirse, había viajado un largo trecho como para darse por vencido en el primer salto así que, sin hacer caso a las críticas, planeó un nuevo salto. Era el turno del gran Puente Colgante de Clifton en Bristol y, para intentar congregar al máximo número de público y medios, anunció que saltaría coincidiendo con el Jubileo de Oro de la Reina Victoria y que incluso la propia reina estaría presente para saludarlo después del salto.

Obviamente era un truco publicitario para acompañar a un nuevo salto, pero las autoridades de Inglaterra, al conocer los planes de Donovan y su mención a la Reina Victoria, no se lo tomaron nada bien y lo arrestaron antes de realizar su espectáculo en Bristol. Ahora, además de la detención policial, el juez iba a acusar a Donovan de «intento de suicidio»…

Tras su liberación, Donovan permaneció en Inglaterra haciendo pequeños saltos de exhibición, como el protagonizado desde el puente de Waterloo disfrazado de un personaje de teatro para promocionar una obra que se estrenaba en aquellos días, y también intentando ganarse la vida con apuestas y apariciones públicas en entornos mucho menos glamurosos que los que conoció en Nueva York.

Donovan
Entrevista a Donovan en The Aroha News en febrero de 1888 | Dominio Público

Los días de gloria en los que le conocían como el «campeón del mundo de salto de puentes» quedaban ya muy lejos y Donovan pasaba la vida de taberna en taberna contando sus historias e intentando recuperar algo de la fama perdida. Hasta que una noche, en uno de aquellos pubs londinenses, alguien se burló de sus hazañas pasadas y le provocó para que demostrara de lo que era capaz.

Entre cervezas y ambiente cargado, Donovan aceptó una mísera apuesta de solo 2 libras para saltar esa misma noche desde el Puente de Hungerford sobre el Támesis. La altura no era la más peligrosa a la que se había enfrentado pero aún así se trataba de un salto de más de 25 metros. Ya sea porque estaba borracho, por cabezonería o porque necesitaba urgentemente dinero, Donovan aceptó la apuesta y saltó… cuando sacaron su cuerpo del río ya fue tarde y Lawrence Donovan falleció ahogado aquella noche del 7 de agosto de 1888.

Artículo sobre la muerte de Donovan en agosto de 1888 |
Artículo sobre la muerte de Donovan en agosto de 1888 | New York Star, 8 agosto 1888 (Dominio público)

Su muerte apenas pasó de puntillas por algunos periódicos de Nueva York y Londres, como el artículo superior en el New York Star o el The Manning Times, y después la fiebre de los saltapuentes poco a poco se fue diluyendo. La historia del ser humano también incluye de vez en cuando algún loco que le da por escalar edificios, hacer malabarismos entre rascacielos o, saltar puentes como la fiebre de finales del siglo XIX.

Fuentes, referencias y más información:

No he encontrado nada en español sobre Larry Donovan, pero en inglés hay una gran cantidad de artículos entre los que destacan este magnífico reportaje en Atlas Obscura titulado «Larry Donovan, 1880s Bridge Jumper, Lived Too Soon«, los carteles de «Larry Donovan, (Bridge Jumper)» en wikipedia, y sobre todo, numerosa hemeroteca de aquellos días: New York Times (agosto, 1886), The National Police Gazette (1886), New York Times (noviembre, 1886), New York Clipper (1886), BridgePort Morning News (1887), The Aroha News (1888), The Sun (marzo, 1888), The Manning Times (1888), The Referee (septiembre, 1888)