Nos esperan meses trepidantes en el campo de la exploración espacial. En noviembre, la siempre sorprendente SpaceX de Elon Musk presenta lo que ellos mismos consideran como el lanzamiento más ambicioso de su corta pero impresionante carrera: El Falcon Heavy. Por otro lado, después del lanzamiento de sondas como New Horizons a Plutón, OsirisRex al asteroide Bennu o Juno operando ya en Júpiter, los responsables de NASA empiezan a definir las próximas misiones del programa New Frontiers. Entre las candidatas más prometedoras se encuentran una sonda capaz de descender a la superficie de Venus, una misión para recoger muestras del polo sur de la Luna o incluso una sonda que traiga a la Tierra muestras recogidas en la superficie de un cometa.
Además, y siguiendo en el ámbito de la propulsión, la agencia estadounidense tiene pendiente desde hace años y con numerosos retrasos, la presentación de su nuevo y esperado sistema de lanzamiento SLS, cuyas primeras pruebas estaban previstas para este mismo 2017.
Sin embargo, no nos confundamos: por futuristas y sorprendentes que sean estos proyectos, siguen siendo “solo cohetes”. Porque si queremos ser claros, desde el histórico lanzamiento del Sputnik hasta nuestros días, todos los lanzamientos que la Humanidad ha realizado se han basado en cuenta atrás, quemar combustible y a volar… […]
Así comienza mi artículo “El futuro de los motores espaciales a la vuelta de la esquina” en Yahoo España. Si quieres puedes leer el artículo completo en este enlace