Bugs Bunny me salvó la vida

Por Irreductible, el 8 diciembre, 2012. Categoría(s): cerebro • personajes

Conocer las fascinantes facetas y capacidades de nuestro cerebro es sin duda uno de los temas más apasionantes a los que se enfrenta la neurociencia. Todo aquel que se haya dejado llevar por alguna de las historias, tan asombrosas como reales, que divulgadores y científicos como Oliver Sacks o Eric Kandel relatan en sus libros termina irremediablemente enganchado.

Durante estos últimos años ha sido un tema que me ha atrapado y al que he dedicado algunos artículos tanto aquí en la Aldea Irreductible (El cerebro que despertaba escuchando a los Grateful Dead) como en las colaboraciones que realizo con la Revista Quo (Solomon Shereshevsky, el hombre que lo recordaba todo o Cómo gestiona el dolor nuestro cerebro).

Y francamente, la historia que os traigo hoy lo tiene todo… un personaje delicioso, una vida de película y un episodio trágico que se resolvió casi milagrosamente.

Si me hubierais preguntado hace unos diez o quince años seguramente os hubiera respondido que ver una película o una serie en versión original subtitulada era un solemne aburrimiento. Probablemente os hubiera soltado la cantinela de que estar pendiente al mismo tiempo de las imágenes y de las letritas de abajo no me permitía enterarme de lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, y creo que fue con la primera parte de El Padrino, comencé a aficionarme con el tiempo a las “V.O.S.” y ahora mismo, gracias a Internet, apenas veo nada que esté doblado. Supone un poco de esfuerzo los primeros meses, pero poder apreciar la verdadera voz y entonación de los actores hace que la película sea más completa. El resultado final es que hoy en día lo que realmente se me hace difícil es ver algo con doblaje.

De haberme aficionado a las versiones originales cuando era más joven estoy seguro de que el nombre de Mel Blanc sería hoy uno de mis personajes favoritos.

Le llamaban el hombre de las mil voces, y aunque en ocasiones estos pomposos títulos esconden una exageración, lo cierto es que en el caso de nuestro protagonista, mil voces era quedarse corto… Mel Blanc llegó a crear y grabar aproximadamente 1400 voces diferentes para multitud de personajes y dibujos animados.

Las voces de Bugs Bunny, el pato Lucas, el pájaro loco, el gato Silvestre, el cerdito Porky, el demonio de Tasmania, Elmer el gruñón, Pablo Picapiedra, el Coyote, el Correcaminos, Piolín… casi cualquier voz de mis dibujos animados preferidos desde finales de la década de los años 30 surgió de la portentosa garganta e imaginación de Mel Blanc.

Pero Mel no sólo se limitaba a hacer graciosos sonidos, lo más increíble de todo es que creaba toda una personalidad alrededor de la voz de ese personaje.

Pasaba horas e incluso días hablando tal y como lo hacían sus animaciones, y así, podías cruzarte con él por los estudios comportándose como alguno de sus personajes o te sorprendías cuando en medio de una conversación te contestaba y se comportaba como Bugs Bunny o como Sylvestre.

Realmente se metía en sus papeles y convirtió esas voces en parte de sí mismo durante décadas.

Y aunque las anécdotas y curiosidades de la vida de Mel Blanc podrían llenar varios libros, por ahora y con el objetivo de situar nuestra historia, tan sólo nos quedaremos con esa profunda conexión que creó con sus personajes, la intensidad con la que preparaba no solo sus voces sino sus gestos, su manera de comportarse.

En enero de 1961 los acontecimientos iban a dar un brusco giro… un accidente de coche en el célebre Sunset Boulevard de Hollywood estuvo a punto de acabar con su vida. El choque le produjo graves secuelas en ambas piernas y, lo peor de todo, una fractura triple en el cráneo… fue inmediatamente trasladado al UCLA Medical Center, donde le atendieron sin poder evitar que finalmente entrase en coma.

Como os podréis imaginar, en estos años Mel Blanc era uno de los personajes más queridos en Ámerica. El hombre que daba vida a Bugs Bunny o a Porky era el ídolo de muchos jóvenes (y no tan jóvenes) en Estados Unidos. La noticia del accidente de Mel Blanc se extendió rápidamente e incluso algunos periódicos lo dieron equivocadamente por muerto.

El Hospital se llenó de curiosos y cada día llegaban cientos de cartas, algunas de ellas dirigidas con simples remites como «Para Bugs Bunny, Hollywood, USA»

Durante tres meses, Mel Blanc permaneció en estado vegetativo sin responder a ninguno de los estímulos que recibía. Su cuerpo se fue recuperando pero su mente no volvía. Según cuenta en sus memorias, tanto sus cuidadores como su familia, hablaban con él sin descanso sin que Mel Blanc respondiera. Los doctores intentaron reanimarlo y comunicarse con él durante semanas sin ningún éxito, hasta que uno de aquellos médicos tuvo una brillante idea… en lugar de hablar con Mel, ¿por qué no intentar hablar con Bugs Bunny?

Ante la sorpresa generalizada de su mujer, su hijo Noel Blanc y varios médicos que se encontraban presentes, vieron como comenzó a responder pero no como Mel, sino como Bugs Bunny… aquella interacción, no directamente con Mel Blanc, sino con un producto de su imaginación funcionaba…

¿Cómo te encuentras, Bugs? le preguntaban…
Me encuentro bien, Doc -Respondía Mel con la voz de Bugs Bunny

La sorprendente vuelta de Mel Blanc, gracias a Bugs Bunny, ha sido estudiada por varios neurocientíficos, algunos tan reputados como Orrin Devinsky Director del Comprehensive Epilepsy Center de la Universidad de Nueva York y es otro caso más de los fascinantes «despertares» que seguro encantaría a Oliver Sacks.

En el libro donde repasa su vida («That’s not all folks!«) cuenta que él no recuerda nada de aquellos días y que su mente aún estaría en estado vegetal de no haber sido porque «Bugs Bunny le salvó la vida«.

Se recuperó y siguió dando voz a sus dibujos animados de toda la vida. Siguió con su divertida manera de hablar y comportarse hasta su fallecimiento en 1989. Su epitafio, en el Hollywood Forever Cemetery, no podía ser otro… «That’s all folks!»

That’s all folks – «Eso es todo amigos»

————————-
Referencias y más información.

Aberron, sabiendo que soy un ávido oyente de podcast, lleva unas semanas recomendándome el podcast RadioLab. Por fin, me decidí a hacerle caso y como siempre acertó… Entre sus secciones y noticias, descubrí esta deliciosa anécdota de Mel Blanc, en un episodio titulado «What’s up, doc?» en el que su propio hijo Noel Blanc y algunos neurocientíficos hacen un repaso estupendo del despertar del hombre de las mil voces que, por supuesto, os recomiendo escuchar cuando tengáis algo de tiempo.

También os recomiendo el gran documental «Mel Blanc, the men of a thousand voices» en el que repasa cómo fue creando sus voces más conocidas.



Por Irreductible, publicado el 8 diciembre, 2012
Categoría(s): cerebro • personajes