¿Qué culpa tienen Carlos V o Zidane de que seas un energúmeno?

Por Irreductible, el 28 marzo, 2011. Categoría(s): arte • articulo opinion • cosas de la Aldea

Idiotas los hay de todos los colores y en todos sitios. No creo que existan estadísticas fiables sobre su clase social, su localización geográfica o su edad. La experiencia parece indicarnos que la estulticia carece de un patrón claramente identificable.

Sin embargo, hay algo que parece unir a un elevado número de ellos: Su poco aprecio por el patrimonio cultural de su propia ciudad o pueblo. Casi a diario podemos leer en los periódicos como algunos de ellos han destrozado alguna estatua de un parque, han desfigurado alguna escultura o han llenado de graffitis las paredes de algún monumento o catedral del siglo XVI.

De esta manera me he encontrado la estatua del Carlos V en estas vacaciones. La figura del emperador que trajera a Granada la institución de la Universidad vuelve a ser machacada por la estupidez e ignorancia revestida, en esta ocasión, de gracieta furgolera.

Y digo vuelve, porque no es la primera vez que algún idiota la emprende con la estatua de la plaza de Derecho: hace unos años le arrancaron el brazo desarmándolo de la espada que lucía y que ha servido a mas de un ignorante para confundirlo con Cervantes…

Y es que hay que ser muy corto de entendederas para hacer gracietas como estas, parece que hay gente que le está pillando el gusto y a base de gamberradas y graffitis, está dejando Granada, una de las ciudades más bellas del mundo, en algo parecido a un escenario de película de zombies.

Como colofón y para demostrar la teoría de la estupidez infinita que propugnaba Albert Einstein, podemos comprobar que el gamberro no sólo no tiene respeto por la historia o memoria de su ciudad, sino que además es un gilipollas integral: Zidane no jugaba con el 7… En la Juventus solía portar el 21, en el Real Madrid el 5 y con la selección de Francia jugaba con el 10.

A eso estamos llegando… energúmenos que no sirven ni para destrozar.



Por Irreductible, publicado el 28 marzo, 2011
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