SOMOS NUESTROS ERRORES, NO NUESTROS ACIERTOS

Por Irreductible, el 17 marzo, 2009. Categoría(s): articulo opinion

Llegué hace unos días de vuelta a casa, trayendo conmigo el ordenador totalmente en blanco por culpa de un error. Perdí todos los proyectos y artículos que tenía preparados para el blog, perdí fotos, archivos, programas… en fin, lo que suele ocurrir con un formateo obligado y no deseado.

Este maremoto en mi informática doméstica me ha obligado a trabajar a marchas forzadas para recuperar enlaces, fotos y videos perdidos, pero también me ha dado la oportunidad de encontrar nuevos contenidos y temas sobre los que charlar y debatir en la Aldea.

Una de estas ideas, encontradas por casualidad en las procelosas aguas de internet, me lleva a una interesante campaña publicitaria de Honda con el maravilloso título de «Failure: The secret to sucess«…
Un concepto brillante.

EL ERROR, EL SECRETO DEL ÉXITO.
Sería difícil describir una sociedad tan compleja como la nuestra, pero si hay algo generalizado en ella es la búsqueda del éxito, la exaltación de la perfección. El fallar, el equivocarse está mal visto. En ese camino de búsqueda de la exactitud, del logro exitoso, del resultado positivo, estamos cometiendo el imperdonable pecado de crucificar el error.

Olvidamos que nuestros avances no son el resultado de aciertos, sino de errores.

El Telescopio, la Penicilina, el velcro, el teléfono, y hasta la Viagra fueron consecuencias de experimentos fallidos. Volamos gracias a los que se estrellaron, flotamos gracias a los que se hundieron y vivimos en la lujosa tecnología de futuro que nos da el olvidado lecho marino de los millones de proyectos equivocados del pasado.

Somos nuestros errores, no nuestros aciertos.

Se dice que Edison, antes de lograr su particular luz, inventó 1000 maneras diferentes de cómo no se hace una bombilla… fueron sus errores los que le dieron el éxito.

No obstante, debe haber una atitud previa. Una serie de posiciones asumidas y unidas a ese error para que resulte últil: Curiosidad, atrevimiento, impertinencia, análisis, paciencia, innovación.

Pero nuestro cerebro es conservador. Nos hace quitar la mano del fuego cuando nota el calor y llega el miedo… Tenemos miedo a equivocarnos y ese temor se refleja en la sociedad que lo convierte en rechazo del error y en búsqueda de la apuesta segura.

EL ERROR EN LA CIENCIA
Quien diga que la ciencia es exacta, aún no lo ha entendido.

La Ciencia es un niño que juega con cosas de adulto.
Las mira, las tira, las lanza, las chupa, las rompe… y aprende. Se cae y aprende. Se quema y aprende. Curiosea y aprende… Se equivoca y aprende.

Al menos así era antes. Ahora, la Ciencia ha crecido y se ha hecho mayor. También tiene que preocuparse por cosas de adulto. Palabras como subvención, financiación, beca, contrato… Tiene la obligación de seguir siendo un niño curioso, pero los juguetes no son suyos y son caros.

Equivocarse no es una opción válida cuando tienes un plazo de tiempo para obtener resultados, cuando tu contrato de dos años depende de terceros con poca visión de futuro, cuando la financiación es la guía con la que se rige tu curiosidad.

No hay tiempo ni recursos para encontrarle la utilidad al error, se descarta, se penaliza al infractor y se continua sin perder tiempo. Se juega con otras reglas, y el árbitro tiene el dinero pero no tiene paciencia… Sanciona los errores y regaña al niño.

Las palabras de un Darwin ya anciano me asaltan en este punto del artículo. Con los ojos brillantes y curiosos de un niño de 70 años, decía: «Me encantan los experimentos tontos… siempre los estoy haciendo».

Darwin tardó 50 años en redactar el Origen de las Especies y dudo mucho que hoy alguien le hubiera hecho un contrato por tanto tiempo.

EL ERROR EN TIEMPOS DE CRISIS
Y ahora toca crisis… días de agarrarse a un poste seguro, de no equivocarse… Un fallo ya no es lo mismo, ahora cuesta más y es más recriminable.

Arriesgamos sólo cuando nos sobra. En tiempos de escasez nos arrugamos, nos guardamos. Llegan los administradores del riesgo a cuentagotas, los cartillas de racionamiento de la innovación, los aburridos días de la fórmula segura. El error es inadmisible cuando el dinero es directamente proporcional a la brevedad para conseguir resultados.

Se retiran programas de televisión a las pocas semanas de su estreno porque no cubren la audiencia esperada. Nos lanzan películas de superhéroes y remakes porque es lo que ha funcionado antes. Se cambian estrategias comerciales cuando los resultados no cubren el ansia del corto plazo y se llama a la policía antidisturbios de las ideas cuando alguien piensa en algo descabellado…

No está el horno para bollos, preparados para la tijera y el recorte.

El error es un pecado y ahora tenemos nuevos Mandamientos:
– La innovación es un riesgo. El riesgo trae errores. Los errores no son buenos.
– La paciencia dejó de ser una virtud, para dar paso al triunfo del fugaz logro inmediato.
– La equivocación se soltó de la mano del análisis, la curiosidad y el aprendizaje.
– El error se descarta y se critica… pero no despierta interés ni preguntas.

Paiencia, innovación, riesgo, atrevimiento, miedo, resultados, aprendizaje, plazos, rectificación, éxito, tiempo, errores… Ingredientes que en la coctelera de la crisis se mezclan a partes muy desiguales.

NO EQUIVOCARSE… ESE SERÍA UN GRAVE ERROR
Se dice que «errar es humano»… quizá sea la característica más notable que tenemos y sin embargo la que menos reconocemos… nos reimos del que se resbala y atacamos al que falla.
El refrán continua con «rectificar es de sabios»… sí, es cierto, pero antes hay que equivocarse… sin miedo, sin culpa y sin complejos.

Y vuelvo al título que le puse a esta entrada, un título muy «punsetiano»: Somos nuestros errores, no nuestros aciertos… Seamos lo que seamos, hemos llegado hasta aquí gracias a nuestras equivocaciones, no por culpa de ellas… Lo bueno que tengamos es porque aprendimos a rectificarlo, lo malo que tengamos es tarea a rectificar.

En la campaña de Honda, las estrellas no son los que acertaron, los protagonistas son pilotos de la Fórmula Indy que se equivocaron, que se estrellaron… Cometieron errores y Honda les da las gracias porque eso ayuda a mejorar, a aprender.

¿Quieres mi opinión? Brillante, simplemente brillante.

¿Quieres un consejo? No te lamentes cuando te equivoques, curiosea un poco antes de volver a intentarlo… quien sabe… quizá descubras la Penicilina.


Música del Post | James Blunt

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Artículo dedicado a mi hermano al que llamé de todo menos bonico cuando por error se cargó mi ordenador…
Alberto, me equivoqué 🙂