GARGOLAS, VALKIRIAS Y LA PARADOJA DEL PECHO BONITO

Por Irreductible, el 18 diciembre, 2008. Categoría(s): naturaleza

SEMANA DE PUERTAS ABIERTAS EN LA ALDEA IRREDUCTIBLE

Este Artículo pertenece al Blog EL JARDIN DE SUISEISEKI

Darkrosalina, un joven bloguero al que hace poco más de dos meses se le ocurrió la idea de crear un blog temático que tratase sobre las ciencias de la vida, pero que al final se acabó transformando en un florido jardín donde la biología y el frikismo se entrelazan en armonía, o eso intento, bajo la mirada de la más carismática de las jardineras. Me alegra saber que hay quien aprende leyendo mis entradas, aunque pocos saben que quien más aprende soy yo mismo redactándolas.

Los jóvenes pertenecientes a mi generación recordarán una serie que supuso un hito en la historia de la animación capturando la atención de la gran audiencia con un argumento coherente y adulto, unos personajes profundos y una gran originalidad.

Me refiero por supuesto a “Gárgolas: Héroes mitológicos”. A mediados de los 90, la veía al mediodía mientras comía a toda prisa antes de irme otra vez al colegio, ya que por aquel entonces también se iba por la tarde.

Gracias a la red de redes, me he vuelto a encontrar con ella hace poco y la estoy volviendo a ver para recordar viejos tiempos. Por fortuna, no es muy difícil encontrarla para descargar.

Los protagonistas de esta serie, las gárgolas, son unas nobles criaturas antropomórficas de aspecto un tanto reptiliano. Aunque su tamaño y constitución pueden variar bastante, comparten algunos rasgos comunes. Todas ellas son tetrápodos, con dos pares de extremidades tipo quiridio. Sus manos son prensiles, semejantes a las nuestras, pero con cuatro dedos acabados en garras. Adoptan postura bípeda y erguida, pero caminan apoyándose tan solo sobre los dedos al igual que los dinosaurios terópodos y el resto de los animales digitígrados. Tienen además un par de grandes alas membranosas alojadas en la parte alta del torso, entre los hombros.

Siendo consciente de su condición de criaturas imaginarias, no tomaré en cuenta algunas de sus fantásticas cualidades como el que se conviertan en piedra al amanecer y vuelvan a su forma orgánica al caer el Sol ya que esto, siendo biólogo, no me incumbe; pero no puedo dejar de hablar del par de alas que tanto caracteriza a las gárgolas.

La situación de dichas alas representa un error que se ha ido cometiendo repetidas veces a lo largo de la historia de las criaturas fantásticas, en la que las gárgolas y las valkirias, de las que después hablaré, son solo ejemplos aislados. Y lo peor, es que este error está basado en estructuras existentes que han necesitado muchos millones de años para evolucionar y perfeccionarse.

Desde que aparecieron a partir de ciertos peces sarcopterigios, como Eusthenopteron, tres grupos de tetrápodos han desarrollado de manera independiente su propio modelo de alas readaptando para esto la base esquelética de los quiridios superiores: un hueso largo articulado en la cintura escapular (el húmero), dos huesos paralelos que continúan al anterior (el cúbito y el radio), un conjunto de pequeños huesos formando la muñeca (los carpos y metacarpos) y ,finalmente, las falanges de los cinco dedos, normalmente.

Dichas estructuras son sostenidas por la cintura escapular, compuesta por un par de clavículas y de omóplatos sujetos a la caja torácica. Está estructura básica fue reajustada para el vuelo por los pterosaurios, los dinosaurios avianos y los quirópteros.

Los pterosaurios y los quirópteros son muy parecidos fisicamente. Alargaron sus dedos y tendieron una membrana de piel, o patagio, sobre ellos.

Como evolucionaron a partir de animales cuadrúpedos, que nunca tuvieron que desarrollar el bipedalismo, tenían libres las extremidades posteriores para extender aún más la membrana de vuelo. Siendo cuadrúpedos, podían trepar con facilidad por los troncos de los árboles y alzar el vuelo lanzándose al vacío.

De hecho, hoy en día podemos comprobar que los murciélagos tienen grandes problemas para despegar desde el suelo.

Estos dos grupos de tetrápodos (además de los dinosaurios avianos) tuvieron que sacrificar mucho para conseguir salir al aire, pues perdieron la opción de usar sus extremidades superiores para otra cosa que no fuera volar. Y aunque este hecho no tiene mayor trascendencia para un animal volador, sí que la tiene para una criatura que se vanagloria de ser antropomorfa.

En las gárgolas coexisten en la cintura escapular dos pares de extremidades tipo quiridio; un par de brazos bastante normales y un par de alas, parecidas a las de los pterosaurios y los quirópteros, alojadas en la espalda. La estructura que sería necesaria para soportar a la vez estos dos pares de miembros no tiene similitud a nada visto entre los tetrápodos. Sin embargo sí que recuerda bastante a lo que vemos en los insectos. En los segmentos alados del tórax coexisten un par de patas artículadas, típicas de los artrópodos, con un par de alas quitinosas, exclusivas de los insectos.

Pero no es lo mismo, ya que estas extremidades no comparten la misma estructura básica. Los insectos alados no sirven como parecido para las gárgolas.

El asunto se complica si pasamos a analizar a las valquirias, porque, incluso siendo divinidades, su forma orgánica está lejos de ser realista y es muy digna de ser puesta a prueba. Tomando como modelo a las protagonistas del videojuego “Valkyrie Profile”, vemos que tendrían el mismo problema que las gárgolas, pero aún peor. Las gárgolas, como bien queda reflejado en la serie animada, no están capacitadas para alzar el vuelo, sino para planear. Imitando a los murciélagos, trepan a un lugar elevado y se lanzan al vacío, aprovechando después las corrientes ascendentes de aire para mantenerse en vuelo. Esta forma de despegue nunca ha necesitado tener grandes músculos para batir las alas. Los dinosaurios avianos, al contrario que pterosaurios y quirópteros, siempre han necesitado despegar desde cualquier parte y con celeridad.

Las aves, como también se conoce a los dinosaurios avianos, evolucionaron a partir de animales bípedos. Lo suyo era la velocidad y la agilidad, y no podían permitirse perder un tiempo precioso trepando a los árboles. Desarrollaron una profunda quilla en el esternón que les diera un amplio punto de inserción a los músculos que tirarían de las alas hacia abajo. Esta quilla en forma de cuchillo es la que hace que los pájaros tengan un pecho tan abultado y que los carniceros puedan sacar tantos filetes de una pechuga de pollo XD. Los pterosaurios, los quirópteros y, por tanto, las gárgolas carecen de este esternón tan modificado.

Volviendo a las valquirias, se crea una contradicción que yo he llamado “La paradoja del pecho bonito”. Mi razonamiento es este: si las alas de los dinosaurios avianos han estado ligadas desde su origen a un esternón profundo; las valquirias, hermosas imitadoras de las aves, también deberían cargar con una quilla en el pecho. Sé que hay casos, como el avestruz, en el que la quilla ha llegado a atrofiarse debido al regreso a la vida terrestre, pero también las alas han perdido su elegante forma y su función. Dado que las valquirias tienen alas perfectamente funcionales, estarían obligadas a lucir en medio de su pecho una quilla tan prominente como la de los dinosaurios avianos, a pesar de su divinidad. Claro que, de ser así, perderían bastante de su encanto natural.

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