En un principio se podría pensar que la obsesión en Estados Unidos con los ataques terroristas es de reciente creación y nació con el ataque a las torres gemelas el fatídico 11 de Septiembre del 2001.

Aunque en muchas ocasiones no esté de acuerdo con las posiciones y afirmaciones de Michael Moore y sus Documentales, también es cierto que en Estados Unidos, un porcentaje muy elevado de la gente que está armada es debido al miedo.

Miedo a que le ataquen, miedo a que entren en su casa, miedo al terrorismo… Incluso un miedo instaurado institucionalmente para justificar politicamente algunos ataques a paises supuestamente afines al terrorismo.

Pero este miedo, o mejor dicho, esta instauración del miedo por parte de los poderes públicos, no es un invento reciente… del 2001.

Durante las décadas de los años 40, 50 y 60 desde el Gobierno se ha ido filtrando este sentimiento de temor en la sociedad americana, con propósitos diferentes en cada época…

Ahora es el terrorismo y los paises árabes, antes era el temor a un ataque nuclear, por parte de Rusia.

En 1982, el director Kevin Rafferty, la periodista Jayne Loader y el documentalista Pierce Rafferty, sacaron a la luz esta película Documental llamada The Atomic Cafe.

Aunque en un primer visionado podáis pensar que la película es un «fake» por lo surrealista de muchos de sus momentos, he de advertir que todo lo que en ella sucede fue real.

La película, aclamada por crítica y público, se ha convertido en un Documental de «culto» y recoge fragmentos de documentales y cintas del Gobierno Estadounidense en la década de los 40, 50 e incluso de los 60 sobre la «era nuclear».

¿Cómo actuar en caso de una explosión atómica?

Desde los niños del colegio hasta las señoritas en la oficina, las cintas nos dejan una visión en unos casos escalofriante y en otros absurda, pero siempre real.

En 1983 The Atomic Cafe fue nominado a los premios Bafta como mejor Documental y ahora, después de 25 años, se ofrece a través de los videos públicos de google.

Un Documental que no dejará a nadie indiferente.

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