La conexión Assange-Ellsberg: los hombres que sabían demasiado

Por Irreductible, el 5 abril, 2012. Categoría(s): historia • personajes

El 12 de julio de 2007, catorce personas perdieron la vida en un polvoriento y olvidado barrio al sudeste de la ciudad de Bagdad durante un incidente entre el ejército estadounidense y lo que supuestamente era una banda de insurgentes rebeldes iraquíes. Aquel día, en el mismo escarceo armado fallecieron dos periodistas de la Agencia Reuters, el fotógrafo Namir Noor-Eldeen y su enlace y conductor, Saeed Chmagh.

La breve información que el gobierno de los Estados Unidos proporcionó a la opinión pública apenas detallaba nada en claro, salvo la existencia de un tiroteo en el transcurso de una confrontación con rebeldes integristas.

La investigación posterior que el Ejército norteamericano realizó, terminó cerrándose en tan sólo unos días, alegando que no había nada fuera de lo común en la actuación de sus marines que se limitaron a hacer frente a una amenaza armada de insurgentes. En ningún momento de aquella investigación se aclararon los sucesos ni tampoco se aludió a cómo fallecieron los dos reporteros de Reuters. Toda información o documento relativos a este suceso fueron clasificados y declarados «Top secret» por el ejército.

Durante los siguientes meses, Reuters en la búsqueda por aclarar qué había ocurrido exactamente con sus periodistas, supo de la existencia de material gráfico de aquel incidente y realizó diversas peticiones formales a las autoridades militares americanas para obtenerlo… No consiguió nada.

Pasaron más de dos años y Reuters, la agencia de noticias más poderosa e importante de todo el mundo, con miles de corresponsales distribuidos por más de 200 ciudades en 94 países, seguía en blanco, a pesar de haber intentado conseguir respuestas, apelando incluso al Acta de Libertad de Información (FOIA).

De repente, en abril de 2010, y procedente de fuentes anónimas, se hacía público en internet el video completo grabado desde un helicóptero Apache, desde el que se registraron claramente los dramáticos acontecimientos.

Era la primera bomba informativa de Wikileaks.

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Las imágenes desmontaban por completo la breve explicación oficial y en ellas se mostraba la cruda realidad: los marines norteamericanos habían abierto fuego desde el aire hacia un grupo de civiles sin mediar ninguna provocación visible.

El video incluía además el audio de las conversaciones entre los soldados en el aire, los tanques de apoyo y el mando que finalmente dio la autorización de abrir fuego. Llevaba por título «Collateral murder» (asesinato colateral) y contenía las claves de lo que realmente había ocurrido aquel fatídico 12 de julio.

Los peligrosos insurgentes eran en realidad civiles desarmados que en ningún momento mostraron actitudes ofensivas. el fotógrafo de Reuters, su acompañante y una docena de personas más fueron tiroteadas desde el helicóptero. Tras una pausa, se acercó a los iraquíes una furgoneta que pasaba por allí y que se detuvo en auxilio de los heridos, convirtiéndose también en objetivo de los disparos mientras se intentaban mover algunos cuerpos. El resultado: varios muertos más y dos niños heridos.

El caso supuso una sacudida en la sociedad y en los medios de medio mundo. Era la primera filtración seria de una organización llamada Wikileaks y de su cabeza visible: Julian Assange.

La segunda no tardaría en llegar. En julio de 2010 más de 90.000 documentos referentes a la guerra de Afganistán aparecían publicados por todo el mundo a través de algunos de los más importantes medios de comunicación; The Guardian, The New York Times o Der Spiegel fueron los periódicos más destacados que dieron cuenta de las filtraciones en un caso que terminaría conociéndose como «los papeles de Afganistán«. Un título que aludía claramente a los «Pentagon papers» que décadas atrás revelara nuestro segundo protagonista de hoy: Daniel Elsberg.

Fue la gota que colmó el vaso. Estados Unidos, mediante el general James Jones, consejero de Seguridad Nacional, acusó a Wikileaks de poner en peligro las vidas de norteamericanos en territorio afgano y aquí comenzó un proceso de acoso que dura hasta nuestros días.

La persecución y derribo a Assange había comenzado y la respuesta de Wikileaks no se hizo esperar… y en esta ocasión sería demoledora. La mayor filtración de documentos clasificados de toda la Historia.

En octubre de 2010, y con el sobrenombre de «Irak War logs» se hacían públicos 392.000 documentos del Pentágono sobre la Guerra de Irak poniendo de manifiesto la pésima gestión de EEUU en el conflicto y revelando torturas, bajas por «fuego amigo» y más de 100.000 víctimas, un número de bajas inaceptablemente elevado, en el que para mayor escarnio, el 63% eran bajas civiles.

Las represalias contra Wikileaks.

Es en este momento cuando comienzan los primeros ataques DDoS hacia Wikileaks, un boicot cibernético encabezado por EEUU y seguido posteriormente por sus aliados.

El contraataque de Assange a estas amenazas informáticas nuevamente es contundente: el 28 de noviembre de 2010 Wikileaks filtra a la prensa más de 250.000 cables y comunicaciones entre EEUU y las embajadas de todo el mundo en lo que se conoció como «Cablegates» y que, por la transcendencia de lo allí revelado, supuso sin lugar a dudas la filtración más importante de Assange.

Es el punto culminante de esta confrontación. El gobierno de EEUU pone toda su maquinaria de presión en funcionamiento y el boicot a Wikileaks comienza por las bases.

  • El 1 de diciembre Amazon retira la cobertura y servidores en los que Wikileaks se hallaba alojado.
  • El 2 de diciembre la empresa proveedora EveryDNS corta de un tajo su contrato con Wikileaks.
  • El 3 de diciembre Estados Unidos promulaga la conocida como «Acta Shield» endureciendo significativamente las penas para las publicación de información clasificada.
  • El 4 de diciembre Paypal cancela la cuenta de Wikileaks. Un duro revés para una organización que sólo se financia mediante donaciones y aportaciones económicas personales.
  • El 5 de diciembre Mastercard se suma al boicot denegando todos los pagos y donaciones a Wikileaks.
  • El 7 de diciembre Visa se une al boicot.
  • Ese mismo 7 de diciembre Twitter cancela la cuenta de Anonymus, el más famoso grupo de apoyo a Wikileaks

Una semana verdaderamente fulminante. La preocupación por las filtraciones de Assange llega a extremos de verdadera alarma en el Gobierno de Obama que incluso confirma la existencia de un equipo con más de 120 personas dedicado exclusivamente a «limitar el efecto mediático de las filtraciones«. Una decisión que ya tomó Richard Nixon en su época y que no le dio buenos resultados.

«Una sociedad en la que la verdad se convierte en traición a la patria es una sociedad en graves problemas»
Congresista Ron Paul.

El proceso de acoso a Assange llegaba a su momento más delicado el 21 de agosto de 2010 cuando una fiscal sueca, a instancias de la policía del país, ordenaba la detención del activista acusándolo de la violación de una joven. El caso sería archivado pero sólo unos días después, y por expresa indicación de la fiscalía superior de Suecia, se volvía a reabrir.

En la actualidad Assange se encuentra en Londres bajo prisión domiciliaria con una más que evidente posibilidad de ser extraditado a Estados Unidos, lo que significaría su inmediato juicio y posible condena con pena de muerte.

Un desarrollo de acontecimientos tan fascinante como preocupante. Un guión de cine de espías filmado en plena realidad y que a pesar de parecer increíble, no es más que una secuela actualizada de una película rodada varias décadas atrás por un actor diferente en una guerra diferente… o quizá, no tan diferentes.

Dicen que la Historia se repite y aunque es un tópico muy recurrente, hay que reconocer que de vez en cuando sí es cierto que nos regala algunas carambolas caprichosas como la conexión Assange-Ellsberg.

Daniel Ellsberg, el primer gran filtrador de documentos secretos.

Para continuar la historia volveremos la vista atrás hacia julio de 1971, curiosamente tan solo unos días después del nacimiento de Julian Assange, se producía lo que sería la mayor filtración de documentos clasificados hasta el momento. En esta ocasión el responsable sería una pieza de la propia maquinaria de guerra estadounidense y tanto su vida como sus actos son perfectamente extrapolables a los ahora realizados (y sufridos) por Assange.

Daniel Ellsberg

Daniel Ellsberg era un joven y brillante experto en Ciencias Políticas, recien licenciado en Harvard, que en 1959 dedicaba su tesis doctoral a la toma de decisiones en circunstancias de incertidumbre; una tesis que no pasó desapercibida en las altas esferas de la inteligencia estadounidense que vieron en ella numerosas aplicaciones en situaciones de conflictos armados. Aquella teoría de comportamiento y decisión, que hoy se conoce con su propio nombre «paradoja Ellsberg«, le abrió numerosas puertas en el Pentágono tan sólo unos años después.

Su talento y sus brillantes ideas (cuentan incluso que en una ocasión propuso una solución táctica basándose en un cuento infantil) le hicieron entrar en 1964 en la Rand Corporation, la institución donde se cocinaban los análisis e informes en los que se basaban gran parte de las decisiones del gobierno de EEUU.

Ellsberg se había covertido en lo que por aquel tiempo se conocía como «un arquitecto de la guerra». Ante cualquier conflicto, batalla o escaramuza, el Departamento de Defensa encabezado por el legendario Robert McNamara, acudiría a sus informes y estudios para tomar una decisión.

Un primer día de trabajo ajetreado.

Sin embargo, desde su ingreso Daniel supo que poco o nada de lo que él creía saber sobre el Pentágono era realmente como suponía. La impresión que le dejó su primer día de trabajo en la Rand Corporation le dejó marcado para el resto de su vida.

Oficinas de la Rand Corporation en Santa Mónica (1958) – Revista Life

Ellsberg cruzó por primera vez las puertas de las oficinas de la Rand Corporation el 04 de agosto de 1964, justamente el día en que se desarrollaba el conflicto del Golfo de Tonkín. Un debut que le enseñaría claramente cómo se hacían las cosas por el Pentágono.

En los días previos, el destructor USS Maddox (DD-731) había tenido algunas escaramuzas con patrulleras de Vietnam del Norte que terminaron en un intercambio de disparos de advertencia en aguas cercanas a la costa. Sin embargo, el desencadenante que daría lugar a repercusiones internacionales trágicas, se produjo durante la noche de ese mismo 4 de agosto. Debido a las difíciles condiciones del mar, el Maddox disparó varios torpedos contra lo que, en la oscuridad y con una casi nula visibilidad, pensó que eran embarcaciones enemigas. Cuando llegó la mañana el comandante del destructor americano John Herrick comprobó que no existían tales enemigos y que realmente no hubo ninguna amenaza.

El mensaje del comandante del Maddox aclarando la confusión del inexistente ataque del día 4 de agosto fue totalmente ignorado por el Pentágono que, ante el asombro del recién llegado Ellsberg, utilizaba aquella «amenaza fantasma» para pedir al Congreso la autorización de iniciar los bombardeos sobre Vietnam. El Presidente Lyndon B. Johnson iniciaba así los preliminares de lo que terminaría convirtiéndose en la guerra de Vietnam.

Otro de los duros golpes que tendría que encajar se presentó apenas unos meses después. Ellsberg lo recuerda aún con culpabilidad y en numerosas entrevistas relata como de madrugada, a finales de ese año 1964, le pidieron urgentemente que realizara un informe en el que diera cuenta de los detalles más sangrientos en el que se hubiera visto envuelto al menos un estadounidense en Vietnam. Ese informe debía ser presentado a primera hora de la mañana al mismísimo presidente.

Durante toda la noche, Ellsberg estuvo buscando entre los archivos con la impresión de que lo que en realidad estaban buscando era una excusa para realizar más bombardeos.

Tras las horas nocturnas de búsqueda y contactos, Ellsberg presentó su informe a McNamara incluyendo un asesinato de un oficial estadounidense en suelo vietnamita. Como más tarde confesara (y felicitara) el propio Robert McNamara, aquel informe del joven analista resultaría fundamental para iniciar el primer envio de tropas a Vietnam… La guerra era ya una realidad.

Ellsberg siempre se sintió responsable por aquello y cargó con esa culpabilidad desde aquel día.

Daniel Ellsberg en Vietnam

Durante los siguientes meses continuó su labor de analista realizando diversos informes, pero conforme los combates se recrudecían, llegó el encargo de John Macnaughton, el segundo de McNamara, para que se trasladase a Vietnam e informara de la situación sobre el terreno… Durante los dos años siguientes, Daniel Ellsberg se convertiría en un soldado en guerra jugando a ser los ojos del Pentágono sobre el terreno.

Pero la guerra no iba bien. A pesar de los discursos y mensajes de optimismo del presidente Johnson, Vietnam se estaba convirtiendo en una trampa mortal para los marines norteamericanos. Los análisis e informes que Ellsberg enviaba no dejaban lugar a dudas: esta guerra no la vamos a ganar.

Vietnam cambió por completo la visión que Ellsberg tenía del conflicto y tan sólo unas semanas después de aterrizar, el arquitecto de la guerra modificó su postura optimista y comenzó a enviar informes cada vez más negativos: Esta guerra es inviable -afirmaba en uno de sus textos-.

Una de las anécdotas que el propio Ellsberg cuenta en el documental de Ehrlich y Goldsmith ilustra a la perfección el verdadero estado del conflicto durante el tiempo que estuvo en Vietnam. A las pocas semanas de llegar al campo norteamericano intentó apuntarse a una de las patrullas nocturnas.

En los informes de campo se enviaban detallados los turnos de patrullas nocturnas, sin embargo aquello tan solo era una ilusión. Ellsberg comprobó que hacía meses que no se realizaban patrullas nocturnas y cuando preguntó la razón, la respuesta le devolvió a la realidad: La noche es suya, salir de noche es morir en la maleza.

Daniel Ellsberg en Vietnam

La lucha armada duraba ya cuatro años y día tras día, informe tras informe, Ellsberg llegaba a una conclusión cada vez más clara: La única manera de salvar vidas es terminar cuanto antes con esta guerra.

Así se lo dijo al mismísimo McNamara cuando al termino de su misión en Vietnam, Ellsberg pudo regresar a Estados Unidos en el avión del propio Asesor de Defensa. Durante las horas que duró el vuelo, Daniel le presentó uno de sus informes más completos y, como en aquel avión McNamara no tenía dónde ir, leyó por completo las más de 100 páginas que Ellsberg le presentó con su análisis de una guerra insostenible.

El Secretario de Defensa leyó todos aquellos papeles y al terminar mantuvo una conversación con Daniel Ellsberg en la que admitía estar totalmente de acuerdo con sus análisis. Aquella guerra no se podía ganar… Aún así, al bajarse del avión y ante una comitiva de periodistas que le esperaban en el aeropuerto, Robert McNamara dibujó su mejor sonrisa y comunicó a los medios su entusiasmo por cómo se estaba desarrollando el conflicto y su convencimiento de que Estados Unidos se impondría pronto en Vietnam.

La cara de tonto que se le quedó a Ellsberg debió ser alucinante.

Contemplar de primera mano y en directo las mentiras que durante meses el gobierno llevaba lanzando a la opinión pública fue algo realmente embarazoso para Daniel, que cada día estaba más convencido de que debía actuar para parar aquella guerra.

7.000 fotocopias que revolucionarían un país.

La decisión estaba tomada. En Octubre de 1969 Daniel Ellsberg comenzó su particular filtración de documentos secretos, su particular operación secreta que le llevaría a revelar a la prensa una completa colección de mentiras y medias verdades involucrando hasta cinco presidentes de Estados Unidos. Desde Harry Truman hasta Richard Nixon, que había conseguido la presidencia en enero de ese año, pasando por Eisenhower, Lyndon B. Johnson e incluso el venerado J.F.Kennedy.

Pentagon Papers 1971

Tras cinco años de infructuosa guerra, Vietnam se había convertido en el asunto prioritario de Estados Unidos. En la campaña electoral Richard Nixon había prometido que si ganaba finalizaría la guerra de manera honrosa para el país.

Sin embargo, todo volvía a quedar en agua de borrajas cuando Nixon, junto con su nuevo Secretario de Estado, Henry Kissinger, aumentaba el número de efectivos en el país asiático e intensificaba los bombardeos cada vez más indiscriminados.

Y allí estaba él… frente a miles de documentos clasificados Top Secret en el que todos y cada uno de los presidentes anteriores quedaban retratados. Cientos de análisis e informes que mostraban claramente las mentiras oficiales que condujeron a Vietnam, la desvergüenza de los arquitectos y planificadores de aquella guerra que estaba costando miles de vidas en ambos bandos.

Con la ayuda de Anthony Russo, otro activista anti-Vietnam y compañero en la Rand Corporation, Ellsberg comenzó a fotocopiar uno tras otro cientos, miles de documentos clasificados como alto secreto… en total, unas 7.000 fotocopias robadas de los archivos de las instalaciones en Santa Mónica con toda nocturnidad y alevosía.

El sistema era sencillo: noche tras noche, Ellsberg sacaba ocultos en su maletín varios capítulos y carpetas clasificadas, y utilizaba la fotocopiadora de su amigo Anthony Russo. Tras la copia, Daniel los devolvía intactos a la caja fuerte de la Rand Corporation y volvía a sacar unos nuevos.

Daniel Ellsberg y Anthony Russo

Tras terminar la laboriosa tarea de fotocopiado, el plan original de Ellsberg y Russo era hacer públicos aquellos documentos buscando una manera legal… debía existir algún resquicio o fórmula legislativa que le permitiera desvelar el contenido de aquellos papeles sin terminar en la cárcel.

Y por un momento creyó haber encontrado la solución. Su nombre era William Fullbright y en aquel momento era el Senador de Estados Unidos por Arkansas. Un político anti-vietnam, que presidía el comité de relaciones exteriores del Senado y que gracias a su condición de senador poseía inmunidad, incluso por difundir secretos oficiales. Sin embargo no funcionó… a Fullbright le pareció buena idea el plan de Ellsberg pero no quiso colaborar porque, a pesar de contar con la inmunidad parlamentaria, se negó a violar la ley.

Ellsberg no se detuvo y lo intentó con más políticos. Entre ellos, George McGovern, senador por Dakota del Sur, que vio con buenos ojos las intenciones de Daniel pero que terminó negándose para «no perjudicar su carrera política».

Los políticos, incluso los más fervientes defensores de las tesis anti-vietnam, no parecían estar muy dispuestos a contravenir la ley filtrando documentos secretos… Ellsberg tuvo que cambiar de estrategia.

Portada del New York Times con los Pentagon Papers – 13 Junio 1971

Fue entonces cuando recordó a Neil Sheehan, un viejo amigo de sus años en Vietnam que ejercía como corresponsal del New York Times. Filtrar los documentos a la prensa sería la decisión final.

El 13 de Junio de 1971 el New York Times abrió su portada con la filtración de Daniel Ellsberg, los Pentagon Papers estaban a disposición de todo el mundo… las consecuencias tanto en elpúblico como en los políticos no se hicieron esperar.

Nixon, a pesar de ser el presidente que menos se veía expuesto en aquellas filtraciones (que afectaban sobre todo a la era de Johnson) puso toda la maquinaria de presión en marcha. Las repercusiones de aquellos documentos eran totalmente imprevisibles e intentó por todos los medios detener aquella avalancha que se le venía encima. Fue entonces cuando Kissinger pronunció su famosa frase calificando a Ellsberg como «el hombre más peligroso de América«.

El primer paso del Gobierno Nixon fue intentar detener la publicación de los documentos que, desde el New York Times preveían desvelar en nueve entregas. Para ello, instó al Fiscal General, John Mitchell, para que prohibiera la publicación en el diario, llegando incluso a enviar agentes del FBI a las oficinas del periódico ordenando detener las imprentas.

En un movimiento conjunto sin precedentes de la prensa norteamericana, la gran mayoría de periódicos por todo el país se pusieron de acuerdo y también comenzaron a publicar los Pentagon Papers… si van a demandar al New York Times, tendrán que demandarnos a todos.

Viendo que era imposible detener la filtración, el Gobierno puso en marcha una nueva operativa que, si miráis al principio de este post os sonará familiar con Obama. Nixon les llamó los «fontaneros» y se trataba de una unidad específica dedicada, como su nombre indica, a minimizar el impacto de las filtraciones y, como se sabría posteriormente por el escándalo Watergate, también se encargó de manchar todo lo posible la reputación de Ellsberg y Russo.

El propio FBI se involucró en esta cacería y durante más de un año tuvo a varios agentes especializados en destruir la imagen pública de Daniel Ellsberg al que acusaron de casi cualquier cosa que se les pasó por la mente.

Daniel Ellsberg junto a su esposa a la entrada de los Juzgados

El proceso contra Daniel Ellsberg se iba a convertir en un espectáculo mediático. Cientos de periodistas se arremolinaban ante las puertas del Juzgado en donde se pedían 115 años de cárcel para el ex-analista de Rand Corporation por los delitos de robo, conspiración, espionaje y violación de la Espionage Act.

En declaraciones televisadas a la entrada del Tribunal, un periodista le preguntó sobre la posibilidad de ir a la cárcel durante toda su vida y si lo volvería a hacer… Daniel Ellsberg se giró, miró al reportero y le contestó: ¿Tú no irías a la cárcel para parar esta guerra?

Sin embargo, hay que reconocer que en todo este lio, a Daniel Ellsberg le tocó la lotería…

El 17 de junio de 1972, Frank Willis, un vigilante de seguridad dio la voz de alarma ante la entrada irregular de cinco desconocidos,en las oficinas del Partido Demócrata en el complejo de edificios Watergate. Aquellos individuos resultaron ser agentes de la CIA contratados en secreto por el equipo de campaña de Nixon para su reelección…

El principal instigador de Ellsberg se tambaleaba, un verdadero golpe de suerte que, además de acabar con la primera dimisión de un Presidente de los Estados Unidos, tuvo una repercusión inesperada para nuestro protagonista.

Durante la investigación del Watergate se supo además que «los fontaneros» de Nixon habían realizado numerosos delitos que incluían ocultación de pruebas y testigos, robo información, varios intentos de soborno e incluso habían irrumpido en la consulta del psiquiatra de Ellsberg para sonsacarle información.

Los coletazos del caso Watergate sonrieron a Ellsberg que vio aliviado como el juicio se declaraba nulo y tanto él como Anthony Russo quedaban en libertad sin cargos.

Portada del New York Times con la anulación del Juicio: «Los cargos por los Pentagon Papers se desestiman; El Juez Byrne libera a Ellsberg y Russo alegando conducta impropia del Gobierno»

La guerra de Vietnam, a pesar de todo lo revelado y filtrado… aún duraría hasta 1975.

En la actualidad Daniel Ellsberg sigue siendo un activista pacifista y durante el proceso a Bradley Manning y Julian Assange se ha mostrado muy comprometido con el caso Wikileaks.

Bibliografía, referencias y más información:

Daniel Ellsberg, web oficial, biografía y entrevistas

– «The most dangerous man in America» Judith Ehrlich, Rick Goldsmith (2009)

-Sánchez Hernández, C. (2011). Analogías de la Historia I: Julian Assange y Wikileaks vs Daniel Ellsberg y los Pentagon Papers. Nómadas. Revista Crítica De Ciencias Sociales Y Jurídicas, Vol.31(3), 27-48. doi:10.5209/rev_NOMA.2011.v31.n3.36807

-Alvaro de Cozar. «Wikileaks sirve al ciudadano» Diario El País 12 Dic 2010

-Daniel Ballota. Daniel Ellsberg: «La vida de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, está en peligro» NacionRed 12 Jun 2010

-Pedro Rodríguez. «El hombre más peligroso de América» Fiebre del Potomac Diario ABC16 Feb 2010



Por Irreductible, publicado el 5 abril, 2012
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