10 disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (Segunda Parte)

Por Irreductible, el 29 diciembre, 2010. Categoría(s): actualidad • articulo opinion • Cine • internet

Sigo con esta serie de tres artículos que he titulado «10 disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet» con esta segunda entrega dedicada a los tres sectores que más relación tienen con el tema: El cine, la música y los libros.Cada una de estas industrias, ligadas entre sí por una excesiva dependencia de los derechos de autor, tiene sus propias características e intentaré tratarlas por separado de una manera contundente, clara pero, en la medida de mis posibilidades, intentando también aportar algunas vías y soluciones que podrían ayudar a su adecuación al nuevo medio.

Es evidente que estos sectores de negocio no están atravesando por sus mejores momentos y como vimos en la primera parte de estas entradas, han optado por tácticas erróneas que no hacen más que hundir aún más su, ya de por sí, oscuro futuro: criminalizar a los «piratas» sin tener en cuenta que esos piratas no son otra cosa que clientes de sus negocios, influir a toda costa en políticos y gobernantes para obtener leyes en su favor, realizar manifestaciones sacadas de contexto en periódicos y medios de comunicación en las que están dejando bien claro su desconocimiento de la realidad y de internet.

Tácticas que les alejan cada vez más de su público que ve desencantado cómo no se aportan soluciones modernas y adaptadas a sus necesidades. Un público que cada vez tiene más reservas contra estos tres sectores específicos de la creación y que, cansado de ser llamado pirata, les está dando la espalda. Unos espectadores que están encontrando esas soluciones por otras vías y canales fuera de estos sectores de negocio, lo cual está aumentando más aún la distancia entre el público y el creador.Cine, música y libros serán los temas a tratar en esta segunda entrega de las Disposiciones adicionales de la Aldea Irreductible sobre el futuro de la cultura e internet.

TÍTULO II – EL CINE, SU INDUSTRIA Y SUS AYUDAS

4. La dualidad partícula-onda del Cine español o la técnica de estar a sopas y a tetas.

En el caso particular del cine español, además de los problemas y falacias citados en el Título Preliminar de estos artículos, nos encontramos con nuevos factores que son exclusivos de esta peculiar forma de negocio.

Y uno de esos problemas es su subvención. Sí, lo digo claramente: Las subvenciones están contribuyendo al declive del cine español.

Cualquier defensor de la selección natural de las especies de Darwin tenría meridianamente claro que estas ayudas están debilitando esa industria y esa clase de cine. El producto no tiene la calidad que debería tener porque no entra en la competencia que necesita cualquier sector para crecer.

Para un productor en España, hacer una película (en algunos casos) casi es rentable tan solo con hacerla. La excesiva cantidad de subvenciones que recibe un proyecto cinematográfico hace que la taquilla quede en un segundo plano o directamente ni preocupe a sus productores. La película ya ha cubierto gastos porque está pagada de antemano con dinero público.

Y así nos va: Sólo algunos proyectos cinematográficos están dedicados a la mayoría del público. Pocos proyectos salen adelante sólo con lo recaudado en taquilla. Un gran porcentaje de películas españolas ya están pagadas antes de estrenarse con el dinero de nuestros impuestos.

Mala combinación.

Se buscan proyectos que interesen a quien subvenciona no al posible espectador que irá al cine.

En 2007 se estrenó la película «La soledad» del director Jaime Rosales con dos horas y diez minutos de metraje. En la entrega de los Premios Goya del Cine resultó ganadora como la mejor película del año en España… un dato más: Tan solo fueron 40.000 espectadores a verla en el cine, siendo retirada de la mayoría de las pantallas a las pocas semanas. Esto es ridículo.

No se hacen buenas películas en España. O al menos, no se hacen tantas buenas películas como deberíamos viendo nuestro gran potencial en creadores, directores y guionistas. Quizá sea que nadie es profeta en su tierra, pero la realidad es que el cine español no gusta a una buena parte de los españoles… sí, de nuevo, incoherencias.

Echarle la culpa a las descargas de la falta de público en el cine español es tan ridículo como fácilmente desmontable: ¿Alguien se ha descargado últimamente la Soledad?, ¿Las 10 películas más descargadas del año incluyen alguna española?.

Y por supuesto, ya están las voces de siempre diciendo que «El cine se muere»… me pasas un ladrillo por favor. Gracias.

No sí si es casualidad o no, pero la primera imagen que aparece buscando en google el término «cine español» es esta que os muestro aquí arriba. Una gran sala de cine… vacía.

Evidentemente el primer problema que al que se enfrenta el cine, o al menos determinado tipo de cine en España, es el contenido. Lo que cuentan las películas españolas no parece interesar al público español. Habría que preguntarse si los dramones de exdrogadictas prostitutas y su terrible vida en la calle, las constantes vueltas al tema de la guerra civil o las películas de estremecedoras historias reales de pena, pena y más pena, son los temas que busca un espectador que se acerca al cine el único día libre que tiene después de currar… en tan solo unas décadas hemos pasado de la «españolada graciosa y con destape» al «spanish dramón de llorar y llorar».

La frase de «el cliente siempre tiene la razón» parece que no tiene mucho aprecio entre los creadores españoles que siguen sin darle al público lo que quiere. Una pena porque resulta que es el público el que va al cine.

La secuencia de acontecimientos que debería presidir el hecho de hacer o no una película debería ser esta: 1. Recibo una historia, un guión o una idea. 2. ¿Le puede interesar a alguien ir a ver esta película? 3. Tiro a la basura esa idea y busco otra.

Pero no me corresponde a mí decir de qué temas tiene o no tiene que versar el cine español. A los imaginativos dueños del sector parece que no les importa y no voy a ser yo el que les diga qué hacer cuando decidan llevar a la gran pantalla un guión.

Así pues vuelvo al tema de las subvenciones y dejo en manos de los productores, guionistas y directores españoles el seguir haciendo películas con este tipo de argumento tan alejado del interés de sus posibles clientes.

Sin entrar en contenido, guión, medios o calidad del producto, si hay algún elemento en el que se ve clara la diferencia entre una película española y una realizada en Estados Unidos (por poner el ejemplo más claro de industria del cine) lo encontramos en los títulos de crédito.

En cualquier película americana al comenzar aparecen los títulos de la Productora, varias productoras en algunos casos. Dreamworks, MGM, Universal Studios, Pixar, LucasFilm… existen cientos de empresas y en cada película queda claro quién está detrás de cada una de ellas. En el caso de una película española la retahila de organismos y estamentos oficiales que produce ese film es interminable… Comienzan los títulos de la película y ya leemos, proyecto subvencionado por el Ministerio de cultura, Junta de Castilla y León, Ayuntamiento de Navalcarnero…

Un dinero público (mío y tuyo) que no tiene más fin que el de producir una película de la que se van a beneficiar los mismos que luego te llamarán pirata en un artículo de El País.

Las cosas claras. Si el proyecto se financia con dinero público ¿Por qué dejamos alelados que se beneficien de él los mismos que luego también se llevan el dinero de la taquilla, de la venta de DVDs, del merchandaising…?

Joder, yo también quiero un negocio así. Que me lo pague papa Estado y que lo recaudado se quede en mi bolsillo.

Al igual que no concibo pagar impuestos por arreglar mi calle y que luego me cobren por andar sobre ella, tampoco me entra en la cabeza lo que está ocurriendo con el negocio montado alrededor del cine en España y la aparición de figuras como los «Cazasubvenciones».

Al pan, pan y al vino, vino. La táctica de la dualidad partícula-onda del cine español: Me lo pagan y luego me lo quedo… y aun así, siguen llorando por cada esquina. Lo siento pero hemos malcriado a toda una serie de personajes y ahora parece que nos da pena que se caigan. A mí, no.

Si la industria del cine es una industra, que lo demuestren… Si son creativos que lo demuestren… Pero si son hermanitas de la caridad que no lleven el lujoso ritmo de vida la industria de Hollywood.

5. La táctica homeopática. Aunque no lo creas, menos es más.

Bueno, alguno a estas alturas de artículo puede decir: Oye, irreductible, vale ya de dar caña y ya que te pones a escribir podrías dar alguna solución, ya puestos..

Y tiene razón, porque no todo puede ser ladrillo en la cabeza, es bueno que aporte alguna solución, por descabellada que pueda resultar. Veamos si mi nueva táctica os convence.

Esto que véis aquí es una fotografía que tomé este año en Trafalgar Square a la entrada de la National Gallery. No es moco de pavo, es toda una National Gallery en Londres y, sí… la entrada es gratuita.

Cualquiera que haya visitado Londres sabrá que ocurre lo mismo en todos los museos públicos. Una delicia para cualquier amante de la cultura: Entrada gratuita.

Pues bien, mi propuesta (y antes de llevaros las manos a la cabeza, os ruego que la consideréis por unos minutos) es la siguiente:

Una reducción en el precio de la entrada a películas españolas correspondiente al porcentaje de esa película que ha sido subvencionado con dinero público.

Si la subvención del presupuesto de la película es de un 40% = Un 40% de descuento en taquilla. Si la subvención es del 30% = Un 30% de descuento en taquilla… etc.

Esto, en mi humilde opinión, no sólo sería lo más lógico y justo sino que podría suponer una vuelta del espectador a las pantallas para ver cine español.

Imaginemos a un españolito en crisis que va con la familia al cine y ante las posibles películas que encuentra en cartelera compara precios y encuentra que una película española le cuesta 3€… Sería un aliciente magnífico si además los productores comenzaran a hacer buenas películas.

Evidentemente, es en este momento cuando los encargados de esta industria del cine me preguntarían: Oye, irreductible: ¿Por qué íbamos a llevar a cabo esa reducción si ya nos estamos quedando con el dinero de las subvenciones y también el de la taquilla?

La respuesta es homeopática: Menos es más… Querido magnate de la industria cinéfila patria: no sé lo que recaudaste con los 40.000 espectadores que tuvo La Soledad, pero es posible que si la entrada a una película española costase la mitad que una película extranjera, el número de espectadores se elevase.

Además hay que tener en cuenta que aunque ganases el mismo dinero, a efectos de marketing, promoción para próximos estrenos y difusión, no es lo mismo que tu película la hayan visto cuatro gatos a que la hayan visto cuatro millones…

Esta propuesta (como cualquier otra) pueden sumarla al saco de ideas que no llevarán a cabo puesto que no parece que tengan ustedes la más mínima intención de resolver su problema que realmente es que la gente no va a ver películas españolas. El público no llena (ni medio llena) los cines para ver sus películas y ese es el verdadero problema.

No crean que el público deja los cines vacíos y, luego en secreto, se descarga como un ávido pirata la última película española… No. No es así.

Internet sólo ha cambiado la manera de difusión y distribución, pero la calidad y el precio de sus películas nada tiene que ver con la red.

Así pues yo dejo mis dos opciones:
1. Quitar las subvenciones (esta es mi preferida) y dejar que la industria del cine se convierta en verdadera industria y entre en competencia equitativa con otros cines. De esta manera tendrían que ponerse las pilas y hacer películas con calidad y fijándose en el público que va a verlas y no en el estamento público que les va a subvencionar el proyecto.

2. Para los que crean que la opción 1. nos acerca demasiado al cine americano y teman perder esas preciosas historias de dramas españoles, una segunda opción sería la ya comentada: Reducir el precio de la entrada proporcionalmente al porcentaje de la subvención recibida. Un aliciente económico para ir al cine y ver una película española frente a otro tipo de cine. Y puesto que se ha pagado con dinero público, puede ser una opción justa y razonable.

En ninguno de estos casos… en ninguno, el cine español perdería tanto como lo que están perdiendo en estos momentos: al espectador.

6. Las descargas, las descargas, las descargas, las descargas, las descargas, o la técnica de las descargas, las descargas, las descargas.

Por supuesto en este sector hay mucha otra gente que se gana la vida con todos los aspectos adyacentes al cine. En esa cadena alimenticia que se ha generado alrededor de una determinada manera de distribución han surgido cientos, literalmente cientos, de empresas y subsectores que, en algún momento, podrían haber sido útiles pero que ahora, tan sólo incrementan el precio final.

Hablo de los intermediarios del cine. Empresas que no son creadores, que no son autores, tan sólo acercaban el producto cultural al público y que cada vez tienen menos sentido.

En este caso voy a ser muy claro (más aún si cabe)

Si tienes un negocio relacionado con esa cadena de distribución tu destino es negro. O te adaptas o terminarás cerrando tu negocio. Y no le eches la culpa al progreso, evoluciona con él.

En la época de mi abuela había muchos oficios que ya no existen. Así es la vida. Deja de repetir el mantra de las descargas, las descargas… Ya apenas quedan afiladores, espigueros, hilanderas, abarqueros, y los vendedores ambulantes de hielo no van por ahí quejándose de los frigoríficos, los frigoríficos, los frigoríficos…

En la Aldea Irreductible también hemos tenido pérdidas. Oficios que se han quedado por el camino con el transcurrir de los años y la llegada de nuevas tecnologías. El caballo fue sustituido por el automovil y a nuestro buen herrero, Esautomatix, le llegó la hora de adaptarse a los nuevos tiempos en cuanto se dio cuenta de que el progreso no iba a dar la vuelta por él.

Es más, en la industria del cine (sí, aún sigo llamándola «industria») no se han puesto aún manos a la obra porque creen, en serio lo creen, que se puede parar, o al menos controlar, esto de internet. Ni siquiera le han echado un vistazo a los nuevos modos de usar estas nuevas tecnologías para adaptarse con ellas. Han cogido carrerilla y siguen repitiendo las descargas, las descargas, las descargas…

Si hubieran mirado la evolución que internet ha tenido de un tiempo a esta parte, ya se habrían dado cuenta que incluso las descargas están muriendo. Cada vez se descargan menos películas, música o archivos… personalmente, hace meses que no me descargo una película o una canción… Ni siquiera se han fijado en los nuevos hábitos de consumo de los espectadores.

Ahora hay un nuevo uso de esos formatos y es el streaming.

Salvo contadas excepciones, ya nadie quiere pasarse varias horas descargando la friolera de 750 megas que ocupa una película, cuando la puede ver en el acto en streaming con una simple búsqueda en google o en alguna de esas webs que tanto disgustan a la SGAE.

Si se hubieran parado a pensar hubieran visto que en este nuevo hábito sí tienen muchas modalidades de negocio como ya está ocurriendo en la música con Spotify o en Estados Unidos con Netflix. Se están abriendo nuevas vías de negocio que otros cogerán si siguen empeñados en no adaptarse y aprovecharlas.

Una cuestión lógica que siguen pasándose por el forro. Una pregunta que debe hacerse cualquier empresario de cualquier sector: ¿Qué quiere nuestro público? ¿Qué quieren nuestros clientes? ¿Cuál es la demanda?

Pues se lo voy a decir yo, puesto que no parecen querer hacerse ellos mismos esta pregunta:

Yo no quiero descargas. Eso ya es historia. Yo no quiero ver lo que me ponen, quiero elegir lo que me apetece ver. Y quiero verlo cuando quiera, con una buena calidad y a un precio razonable.

Si ofrecen un servicio en streaming de buena calidad y a precios razonables (ojo que no he dicho baratos) yo respondo que sí, al igual que tengo mi cuenta pagando a Flickr o a Spotify: buenos servicios a precios razonables.

Existe una vía de negocio en internet y si pasa el tiempo la aprovecharán otros que se quejen menos y actuen más, mientras que los de siempre se quedarán a un lado y les llamarán piratas.

Evidentemente y dada la gran cantidad de intermediarios que ha generado las diferentes industrias del cine, la música o los libros que no todos lograrán adaptarse a ellas.

¿Van a desaparecer todos estos intermediarios? No
Alguien creerá que esta nueva situación representa un apocalipsis y, al igual que algunos ya mataban la cultura por culpa de internet, también habrá otros que crean que todos estos intermediarios (productores, editores, diseñadores, distribuidores, vendedores, etc…) también están acabados. No es así: tienen y siguen teniendo su papel vigente, aunque en los años y décadas que van a llegar tendrán que redefinirse y adaptarse. (Como todo el mundo, que coño)

¿Van a continuar todos ganando lo mismo? No
El gran caballo de batalla de estos artículos podría haber sido el precio. Me he decantado por hablar de evolución en las tecnologías, de adaptación a nuevos medios y formatos… pero bien podría haber escrito tres artículos hablando de los abusivos precios que han estado cobrando por sus productos. Todos, desde el cantante al actor, desde el director al distribuidor, desde el escritor al editor, desde el manager hasta el último eslabón de esta nutrida y bien gorda cadena industrial, todos han ido aumentando y aumentando el precio de un producto que llegaba al mercado inflado y sobrevalorado.

Hoy nos damos cuenta de lo fácil que es hacer una copia digital de cualquiera de sus productos por tan sólo unos céntimos, y aun así, siguen intentando vender copias a precios que ya no se sostienen por ningún lado.

Tienen a su alcance una herramienta de distribución de contenidos asombrosa: Internet. Podrían entrar de lleno en ella reduciendo intermediarios y adecuando el precio final a la nueva situación. Pero no hacen uso de esta nueva herramienta porque tienen miedo de que al utilizarla dejen en el camino a muchos de estos eslabones intermedios.

En su lugar optan por mantener el antiguo modus vivendi, optan por seguir con los antiguos formatos y canales de distribución que mantenían a tantas familias de intermediarios a costa de inflar los precios finales de sus productos.

No creo que necesiten soluciones sino dar un paso al frente con las que ya existen. En estos momentos, viendo cómo utiliza la gente internet, es un gran momento para entrar de lleno en esa laguna abierta que es la reproducción por streaming. Un vacío que puede significar una reconciliación entre el público, una concordancia entre costes y precio final y sobre todo, un vacío que más pronto que tarde terminará siendo llenado (legal, alegal o ilegalmente) por alguien con más visión de futuro.

10 Disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (1ªParte)

10 Disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (2ªParte)

10 Disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet (3ªParte)

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