MiniFicha 62 – Los poderes mentales del general Albert Stubblebine III

Por Irreductible, el 12 marzo, 2010. Categoría(s): Minificha • pseudociencia

Su mente estaba lista.
Era temprano y desde el escritorio de su despacho en Arlington, Virginia, podía divisar perfectamente el objetivo.

Tan sólo era necesario concentrarse… alcanzar la más absoluta y perfecta concentración. En su cerebro había conseguido armonizar el Universo entero con su cuerpo.

El general Albert Stubblebine III, un comandante de alto rango al mando de operaciones de inteligencia en el ejército de los Estados Unidos, veía el fluir del rio de la vida en aquel preciso momento.

Sólo era necesario creerlo con la suficiente fuerza y se convertiría en realidad… Concentración, asimilación y respiración… Ohhmmmmm…. Ohmmmmm

El Cosmos era comprensible en toda su inmensidad, las rocas, los árboles, toda la materia es energía fluyendo… El agua, el aire… él mismo era energía fluyendo… Todo estaba abierto para quién se atreviera a entenderlo.

Se levantó de su sillón y volvió a mirar su objetivo… volvió a concentrarse y entonces se decidió. La pared estaba allí y no había nada que lo impidiera. La energía fluiría a través de lo físico.

Se giró hacia su asistente y le dijo:

«Voy a la oficina del al lado»

Volvió a respirar profundamente, su concentración era perfecta… Encaminó sus pasos fuera del escritorio y comenzó a andar… más rápido… más rápido… tenía la mente en perfecta sincronía con las fuerzas y energías cósmicas… más rápido… hacia la pared… la pared… atravesar la pared.

Aquella mañana de 1983, el general mayor Albert Stubblebine III, jefe de comandos de inteligencia militar y uno de los hombres más experimentados del ejército de los Estados Unidos al mando de 16.000 soldados, se estampó de bruces contra la pared de su despacho en Arlington fracturándose la nariz en el golpe.

No era la primera vez que lo intentaba… tampoco la última…


Música del Post | Bright Eyes

Mas información:
De esta manera comienza la película «Los hombres que miran fijamente a las cabras«. Una escena protagonizada por el general Stubblebine y basada en hechos reales. La anécdota la conocí en una de las magistrales Charlas TED de Richard Dawkins.

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