El código sangriento de 1815 o cómo endurecer las penas nunca ha funcionado

Por Guillermo, el 3 diciembre, 2009. Categoría(s): curiosidades de la historia • guillermo • historia • internet • juicios y abogados

Al igual que cientos de blogs, ayer la Aldea Irreductible se unió al Manifiesto en defensa de los Derechos Fundamentales de Internet, haciéndose eco así de la firme protesta contra el Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible.

Las implicaciones legales de este anteproyecto podéis leerlas en multitud de blogs especializados en el tema, nosotros por nuestra parte, y como ya viene siendo costumbre en el blog, os dejamos nuestra visión sobre esta polémica redacción legislativa, que acompañamos de un ejemplo histórico del que esperamos se pueda sacar una moraleja.

El «Código Sangriento»: Más de 200 delitos castigados con la muerte (1815)

Estar en compañía de gitanos durante un mes, o dañar el puente de Westminster, eran algunos de los 225 delitos (muchos de ellos ciertamente increíbles) que eran castigados con la ejecución en la Inglaterra de 1815.

Este brutal sistema de leyes y castigos vigente en Inglaterra desde el siglo XV fue conocido popularmente desde el siglo XIX como “Bloody Code”.

Discipline and Punish s.XIX | Dominio Público

Todavía no existía la policía (la policía Metropolitana de Londres fue creada en 1829) y se pensaba que el castigo con penas de muerte era la única forma de evitar y disuadir a los ciudadanos para que no cometiesen más delitos.

Las ejecuciones se convirtieron en espectáculos públicos hasta la década de 1860: los ricos contrataban balcones para obtener las mejores vistas, y la gente acudía a las ejecuciones como entretenimiento.

Las autoridades también creían que la imagen de los delincuentes colgados en público asustaría a la gente, conminándoles a obedecer la Ley y a abstenerse de cometer más crímenes.

Ilustración de una ejecución pública durante el “Bloody Code” | Domino Público

Así las cosas, un paso en falso podía suponer la horca.

Y es que, entre otros, la pena de muerte se aplicaba por:

  • Talar árboles jóvenes
  • Robar ganado
  • Robar el equivalente a cinco chelines (poco más de 30 € hoy en día)
  • Ir de noche con la cara ennegrecida o tapada (ya que se asumía que era un ladrón)
  • Cazar furtivamente
  • Robar correspondencia
  • Deteriorar una carretera pública
  • Escribir una carta de amenazas
  • Etc, etc, etc.

No importaba que el delito se cometiera por un menor de edad: el 28 de septiembre de 1708, dos niños de 7 y 11 años, Michael Hammond y su hermana Ann, fueron acusados de robo y ahorcados.

Pero las penas por “delitos menores” eran igualmente desproporcionadas.

Así, según documentos tomados de los Archivos Nacionales, en 1874, John Walker, fue condenado a siete años de trabajos forzados… por robar unas cebollas.

Y en 1791, Sarah Douglas, una mujer de 63 años, fue condenada al exilio durante 7 años por robar un mantel.

Fuente | Starmedia | CC

 

«Las personas que cometen crímenes son pecadores, perezosos o codiciosos y no merecen misericordia»

(1802, Edward Law, Presidente del Tribunal Supremo de Inglaterra)

Los juicios por los delitos graves solían durar unos pocos minutos, y en muchos casos no había oportunidad para que la defensa presentara sus argumentos.

Como siempre, era más fácil si los acusados eran ricos. Se podían permitir una representación legal adecuada y podían “conseguir” testigos a su favor.

Por suerte, Jueces y jurados comenzaron a darse cuenta de que los castigos eran demasiado severos para los delincuentes, por lo que comenzaron a dictar muchas menos sentencias de muerte y a aplicar otro tipo de castigos como la deportación a la colonias de América y Australia.

En 1861 los delitos capitales se redujeron a cinco.

Finalmente, en 1998, fue abolida totalmente la pena de muerte en Inglaterra.