Todavía hablamos latín

Por Irreductible, el 20 junio, 2008. Categoría(s): curiosidades de la historia • historia antigua

HABLANDO LATIN…
En la entrada de ayer sobre las Legiones Romanas, hablabamos de su composición y de sus unidades. Rebuscando entre esas formaciones militares, apareció una que me hizo sonreir y que ha dado pie a esta entrada.

Veíamos que la Legión (unos 4200 hombres) estaba compuesta de Centurias, que curiosamente no tenían 100 hombres, sino 80.

Pues bien, estas Centurias a su vez se dividían en otras agrupaciones de soldados llamadas: Contubernios.

Un Contubernio era la unidad mínima del ejército romano y se constituía por 8 soldados, que se alojaban juntos en una tienda de campaña.

Al hilo de esta «palabreja» he construido esta entrada en la que repasaremos algunas de las frases hechas más conocidas y utilizadas cotidianamente, y que provienen de la antigua Roma.

ESTO ES UN CONTUBERNIO…
Bueno, pues continuando con el hilo de las Legiones, recordabamos que para entrar en el ejército romano eran imprescindibles algunos requisitos. Entre ellos se encontraba el estar sano y musculoso, ya que incluso se pasaba un reconocimiento médico.
Tras largas y duras jornadas de entrenamiento, estos soldados briosos, compartían tienda de campaña y… no hay que tener mucha imaginación, para suponer la que podían liar ocho jóvenes romanos por la noche, recordando además, la moral laxa que imperaba en la antigua Roma…

TENER MUCHOS HUMOS…
Las familias distinguidas de Roma tenían una curiosa costumbre: Colocaban en el patio de la casa, los retratos y bustos de piedra de sus antepasados… Sus padres, abuelos, bisabuelos… Cuantos más objetos guardaban, más abolengo tenía la familia.
Con el paso del tiempo, las imágenes más antiguas iban adquiriendo un color oscuro por efecto del polvo y los humos de la casa. De este modo, los atrios con más imágenes renegridas o con más humos simbolizaban un mayor poderío familiar y un cierto tono aristocrático del que se alardeaba con frecuencia.

ARMARSE UN TIBERIO…
Como sinónimo de «armarse la mari morena».
Tiberio fue el segundo Emperador de Roma que subió al poder tras la muerte de Octavio Augusto. En un principio su gobierno fue relativamente próspero. Sin embargo, la muerte de su hijo adoptivo Germánico, sufrió un cambio brusco en el carácter.
Comenzó una serie de ejecuciones que afectaron a la mayoría de familias de Roma.
Senadores, amigos, familiares, nadie estaba a salvo de las escabechinas bajo su mandato.

DORMIRSE EN LOS LAURELES.
Entre los romanos, el laurel era un árbol consagrado al Dios Apolo, así como a los emperadores y generales victoriosos. Los triunfadores eran coronados con guirnaldas confeccionadas con hojas de laurel.

Durante la Edad Media, los Doctores y Licenciados recibían una aureola adornada con bayas de laurel, como símbolo de su rango. Y ya que estamos con frases y latinajos. Esta corona era conocida como «baccae lauri», de donde procede la palabra «Bachillerato».

Coronar con laureles significaba la gloria alcanzada. Pero, sin embargo, si después de conseguir el triunfo, la persona deja de trabajar o esforzarse y pierde esa fama, regodeándose en las victorias pasadas… se dice que se ha dormido en los laureles.

TENER MUCHAS ÍNFULAS…
Conectado con la anterior frase de «tener muchos humos», quien tiene muchas ínfulas es alguien que muestra un orgullo y vanidad desmesurada. Pues bien, la ínfula era una cinta de lana a modo de diadema. Se cubría con ella toda la parte de la cabeza y se ataba por detrás.
La ínfula era una insignia sagrada, un símbolo que indicaba que el portador (persona, animal o monumento) estaba consagrado a la divinidad.
Con ella se adornaban los sacerdotes de Ceres, Diana y Apolo, aunque más tarde también fue llevada por reyes, que la portaban como símbolo de su dignidad.

PONER EN TELA DE JUICIO
El vocablo latino «tela» y su plural «telum» significaba palestra, un lugar cerrado para celebrar debates o discusiones. De ese significado, proviene la expresión poner en tela de juicio, cuando tenemos dudas acerca la legalidad, la certeza o el éxito de alguna cosa.

DEFENSA NUMANTINA
Nos trasladamos a Hispania entre los años 143 y 133 a.C.
Al mando de Publio Escipión Emiliano (otro más de la familia de los Escipiones) un gran ejército romano cercó la ciudad celtíbera de Numancia, rodeandola con zanjas y levantándo una muralla de piedra.
Los numantinos resistieron valientemente y cuando llegaron al límite propusieron una paz honrosa a Escipión. El general romano la rechazó y ante esta negativa los habitantes de Numancia prefirieron morir, antes que caer en manos de Roma.

TOCAYO
Y termino con mi favorita, la palabra «tocayo»… Todos la utilizamos alguna vez para designar a alguien que tiene nuestro mismo nombre.
Su origen nos lleva a la Roma de los patricios, a la Roma rica y a la fórmula que utilizaban éstos para contraer matrimonio. Cuando la comitiva nupcial llegaba a la puerta del futuro marido, el hombre le reguntaba a la que sería su futura esposa:
– ¿Quién eres tú?
Y ella respondía con la siguiente frase sacramental:
– «Ubi tu Cayus, ibi ego Caya» (Donde tu seas llamado Cayo, a mí me llamarán Caya)

Esta frase significaba que allí donde yo esté, seré igual que tú…

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